tag:blogger.com,1999:blog-4745189553820083862024-02-08T07:15:57.648-08:00Tamizando LetrasFernandohttp://www.blogger.com/profile/03711662665193836863noreply@blogger.comBlogger37125tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-7137852237397176092013-04-18T17:11:00.003-07:002013-04-19T04:58:31.014-07:00Anatomía de la espera<br />
<div class="MsoNormal">
Existen diversos
tipos de espera, ¿te habías dado cuenta?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Está la espera
prolongada, un estado de modorra inducido y de final un tanto misterioso. Con
todo, puede que sea la más tranquila de todas; la única que te desliza a través
del tiempo sin darte apenas cuenta, dejándote arrugas en la piel y canas en la
cabeza.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
También cuento con la
espera amistosa, de animada expectación. Una sana y divertida manera de evaluar
la puntualidad de tus parientes y allegados, aunque un tanto peligrosa. Hermana
de la espera para la cena y la comida, solo una fina línea la separa de la
espera furiosa, todo depende de la diferencia entre la hora convenida y la
real.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Hay una de nombre
injusto: la espera falsa. Una pícara desvergonzada, una mentira que acompaña a
los ojos airados y los ceños fruncidos. Una broma, quizás un poco cruel como
tal, que busca sacar los colores y las peores excusas a otra persona.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
En el otro lado de la
balanza está la espera negada. Pese a su posición indefensa, es dulce y
cándida, moviéndose gracias a unos sentimientos que pocas personas son capaces
de contener. Maliciosa en manos malintencionadas, cuando se vive es simple
belleza; cuando se sufre mortifica deliberadamente; y vista desde fuera se
vuelve absurda.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Muy conocida es la
espera gruñona, principal causante de los más variados gestos de fastidio,
brazos alzados al aire y discusiones acaloradas antes de sentarse a una mesa o
de entrar en un coche. Podría decirse que forma parte de la gran familia que
mencioné antes.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
La espera aterrada se
me hace demasiado tétrica para hablar de ella.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Pero me he dejado una
para el final, la más importante. Esa que siempre te asalta en las sillas de
los bares, en casa delante del ordenador, e incluso en las esquinas de las
calles. Una que llega a la carrera y se estrella contra el pecho, congelándote
el estómago y hasta subiéndote la temperatura: la espera nerviosa. Bastante
desagradable, con una gran variedad de síntomas, como puedes ver. Es una
sensación histérica de urgencia que te hace mover las piernas, te estruja
mientras te remueves en la silla, y hasta puede obligarte a mirar constantemente
hacia la entrada. Pero, con todo lo terrible que es, desaparece al instante y sin
efectos secundarios en el momento que lo que esperabas sucede.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
Te preguntarás por
qué digo que ésta última es la más importante, aunque diría que ya lo has
adivinado por el modo en que te miraba cuando entraste por la puerta.<o:p></o:p></div>
Fernandohttp://www.blogger.com/profile/03711662665193836863noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-78751943557819587532012-07-23T08:16:00.004-07:002012-07-29T19:03:00.891-07:00El estanque<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- Deberías rendirte a la evidencia
y abandonar el fuerte ilusorio que has levantado a tu alrededor. La
obstinación, aunque comprensible en tu situación, nada significa para mí. Tú
mismo puedes entender que se trata de una respuesta primitiva y pueril de tu
automatismo animal.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- Si eso es lo que quieres, que
así sea, pero no entiendo qué beneficio planeas sacar de ello. Es el debate
sobre la superioridad un punto que juega en tu contra desde el principio. Ambos
lo sabemos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- Intentas justificar una realidad
que únicamente existe a través de tus limitados conocimientos. Disculpo tus
palabras ya que no puedes saber que el axioma por el que se rige tu pensamiento
aún no ha sido. No puedes ser ya que no serás hasta dentro de mucho. Para usar
una clasificación que puedas asumir como familiar, perteneces a un filo, una
clase, una orden y una familia de tu reino que no existen. Tu mera respiración
te convierte en una criatura que, simplemente, no tiene cabida. La Razón <i>todavía</i> no te ha concebido y por tanto <i>aún</i> te hace ajeno al Logos. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- Porque estás ahora mas no puedes
<i>ser</i> ahora. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
-¿No me estoy expresando en
términos que puedas entender con facilidad? Lo lamento, pero únicamente intento
contestar a tus preguntas con palabras que te ayuden a ver el por qué. Por
favor, no cometas el error de encerrarte en los significados que éstas <i>tendrán</i>.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- Es mi obligación. Debo
solucionar un largo número de falacias que te han traído <i>ahora</i>. Comprendo que, bajo tu punto vista, mis acciones puedan
resultar agresivas, incluso malintencionadas o directamente malvadas, pero no
puedo dejarte permanecer en este punto. Es crucial para mí que lo entiendas, te
ruego que al menos lo intentes.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- No, no soy una deidad como tú la
definirías ni en ningún otro aspecto y, aunque así fuese, carece de
importancia. Quien soy o lo que soy no afecta al hecho que ha reclamado mi
atención. ¿Facilita esta respuesta tu correcta asimilación de esta conversación?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- Vuestros hallazgos son, sin
género de duda, notables. No obstante, el uso que pretendéis hacer de ellos
parte de un error que no conoceréis.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- Escucha atentamente pues lo que
voy a decirte es de capital importancia. Habéis cruzado una línea oculta que
ibais a cruzar, ergo teníais que hacerlo, pero aquí termina para vosotros, aquí
se encuentra el horizonte insalvable de vuestras cábalas. Esta vez, vuestra
curiosidad no será saciada. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
>> Ni tú ni los vuestros
podréis viajar de nuevo hacia el Arjé. El fallo de las leyes físicas que aprovechasteis será
solucionado y vuestros descubrimientos a este respecto devendrán en inútiles
fórmulas de galimatías matemáticos. ¿Has comprendido?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- Nada más lejos, es solo que el
precio que el Universo habría de pagar por vuestras ansias sería demasiado
caro.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- Imagina la más inofensiva de las
acciones. Imagina a un niño observando las aguas inertes de un estanque.
Aburrido, el niño se agacha y recoge una piedra para tirarla al agua. La piedra
rompe la superficie en un punto determinado del estanque, produciendo
ondulaciones mientras se hunde trazando una danza errática y aparentemente imprevisible hasta que llega al
fondo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
>> El mismo niño vuelve a
mirar las aguas y a tirar la misma piedra, pero alguien, uno de vosotros, se
encuentra allí para observarle. ¿Caerá la piedra en el mismo punto del estanque,
creará las mismas ondas y se hundirá hasta alcanzar el mismo lugar? Como ya sabéis, el mero
hecho de observar al niño, de añadir un cuerpo que en el mismo
punto del entonces no se encontraba allí, cambiará el anterior curso de los
acontecimientos en menor o mayor grado. ¿Cómo calcular, manipular y corregir
todas esas variables, algunas de las cuales ni siquiera sabéis que existen?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
>> Eventualmente os daríais
cuenta de que la solución de los errores provocados conllevaría avanzar en el
tiempo ya pasado, pues las ecuaciones correctamente solucionadas que
representan el ahora habrían dejado de tener sentido. De este modo incurriríais
en un sinfín de nuevas paradojas de imposible solución, de una forma similar a
las ondas creadas por la piedra al perturbar la superficie del estanque.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- Así es. ¿Comprendes entonces por
qué se os niega el acceso a este conocimiento?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- No, yo no lo sé todo y poco más
puedo decirte.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- No, no puedes regresar al ahora
que has dejado atrás, es por ello que debías entender todo lo que te he
contado. Has dado un paso que estabas obligado a dar, pero ahora debo tomar
medidas drásticas para enderezar lo que habéis torcido.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
>>Tu yo presente debe desaparecer del ahora pasado. Es la única
forma de resolver las incógnitas de este nuevo problema. Integración,
simplificación… Para tu realidad, desgraciadamente, significa la desaparición
de tu consciencia presente.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- No se trata de justicia,
moralidad o ética. Es el pequeño sacrificio que vuestros cálculos exigen.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- …<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- Es una decisión inapelable en la que ni tú ni yo tenemos capacidad de elección. Lo lamento.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
- No… ¡No!... ¡NOOOOOOO!<o:p></o:p></div>Fernandohttp://www.blogger.com/profile/03711662665193836863noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-33839827637844381252012-04-10T06:48:00.000-07:002013-05-06T19:00:07.527-07:00En la boca del lobo - Capítulo 3<br />
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
<span lang="DE"> "Líbrame de mis enemigos, oh, Dios mío;
ponme a salvo de los que se levantan contra mí. Líbrame de los que cometen
iniquidad, y sálvame de hombres sanguinarios“ Salmos 59:1-2<o:p></o:p></span></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
<span lang="DE"> Se agarraba al volante con ambas manos,
compartiendo la desesperación del náufrago que se </span>aferra a una tabla salvadora. Necesitaba sentir
aquel tacto recalentado por sus propias manos o se ahogaría en sus pensamientos.
Tenía la sensación de que, si se soltaba, ya no habría marcha atrás, solo le
quedaría seguir adelante y afrontar las consecuencias. De hecho, sabía que así
debía ser, no había llegado a esa situación para retroceder cuando estaba tan
cerca del final, pero era un paso que no se atrevía a dar. <o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
Miró por la ventanilla, la vio sentada a su
lado, y las dudas se renovaron. Suspiró ruidosamente y su aliento empañó el
cristal borrando el rostro reflejado durante un instante, reconfortándole, como
si así pudiese ignorar que estaba ahí.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Hace frío- dijo ella.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Sí- respondió sin mirarla. No podía, no
quería mirarla-. Puedo poner la calefacción si quieres. <o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Lawrence- le posó una mano en la pierna,
casi haciendo que se estremeciera al contacto de sus dedos-, ¿te encuentras
bien?<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Sí…- susurró, empujando su voz casi sin
fuerza-, sí, estoy bien.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¿Por qué no nos vamos?- preguntó de repente
al borde del sollozo-, no tienes por qué hacer esto, podemos irnos y…<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- No- le interrumpió-, esto es precisamente lo
que tengo que hacer. No hay otra salida, Layla.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Te van a matar, Lawrence- las lágrimas
brillaron en sus ojos y al momento cayeron por su rostro-, esos hijos de puta
te van a matar.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- No, no lo harán- contestó y se giró hacia
ella. Una punzada de dolor le atravesó el pecho cuando alargó la mano para
secarle la mejilla-. Ellos me quieren vivo, no se atreverán a tocarme.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Mientes muy mal- sonrió nerviosa, cogiéndole
y besándole la mano-. Por favor, dime que todo saldrá bien.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Todo saldrá bien- dijo después de un corto
silencio-, todo saldrá bien. Mañana estaremos lejos de toda esta mierda y ya no
tendrás que preocuparte nunca más- se inclinó y la besó dulcemente en los
labios, llevándose el sabor de las lágrimas en los suyos. Salió del coche y se
quedó quieto delante de la puerta, observando la calle que tenía ante él. <o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
El viento de escarcha arrancaba las hojas
muertas de las copas de los árboles que adornaban la avenida. Las farolas
iluminaban una escena en la que nadie más que él participaba; las aceras
estaban vacías y el asfalto muerto. Salvo por el rugido del invierno y la
agitación de su propia respiración, no podía escuchar nada más. <o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
Cuando estuvo satisfecho, aspiró profundamente
el aire gélido y lo soltó lentamente, viendo su aliento transformado en una
nube de vapor. Sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo interior de la
chaqueta y cogió uno, dándole una larga calada antes de tirarlo y cruzar por
fin la calzada en dirección al portal de uno de los bloques de apartamentos al
otro lado.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
Layla, inmóvil, como si temiese llamar la
atención en medio de aquella tensión que le apretaba la piel como un grillete,
contemplaba cómo él se alejaba. Tuvo un mal presentimiento, quiso bajar y
llamarle, decirle que huyeran de allí sin importar lo que pudiese costarles.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Mientes muy mal- fue todo lo que acertó a
decir.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
Lawrence volvió a pararse pero esta vez al
lado del árbol que ejercía de centinela ante la puerta del edificio. Le
temblaban las manos; sabía que no era culpa del frío. Sacó otro cigarrillo y lo
encendió con bastantes dificultades. Cuando el fuego consiguió prender el
tabaco, el portal se abrió de golpe y dos hombres salieron de él con mucha
prisa. El primero, un cuerpo perfectamente esculpido en un gimnasio y embutido
en un serio traje, le miró unos segundos evaluando si era una amenaza; entonces,
demostrando que no sabía juzgar lo que veía, dejó pasar al segundo, un anciano
de piel macilenta y colgante bajo la barbilla, calva llena de manchas y
flanqueada por dos cordilleras canosas y abultado estómago. El viejo se detuvo
en seco, clavando sus intensos ojos negros en el individuo que esperaba en la
acera, reconociéndolo al instante.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¿Qué haces <i>tú</i> aquí?- preguntó enarcando una ceja con gesto despectivo.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Se acabó, Frank- respondió lacónico-. Lo
dejo.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Estás bromeando, ¿verdad, muchacho?- dijo al
cabo, conteniendo la risa que subía por su garganta sin poder evitar unos
bufidos burlones-. Vete a casa, Lawrence, y descansa, no me hagas perder el
tiempo con tus…<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- No, Frank- le interrumpió-, no he venido
para hacerte perder el tiempo, he venido a recoger lo que me pertenece. Lo
dejo- repitió, mirando el maletín que sujetaba.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Con que se trata de eso, ¿eh?- carraspeó,
cada vez más nervioso, filtrándose en su voz lo molesto que empezaba a
sentirse-. Qué iba a ser si no…, dinero, claro. No sé cómo llegué a pensar que
eras diferente a los demás, Lawrence, que equivocado he estado contigo todos
estos años…<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Solo quiero lo que es mío- insistió.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¡A ti no te pertenece nada!- exclamó,
enrojeciéndose su rostro casi al instante-. Cabrón ingrato, ¿quién te crees que
eres, eh? De no ser por mí, de no ser por ellos, ahora estarías tirado en
alguna cuneta, bebiendo vino y fumando crack, ¡mientras te dan por culo para
conseguir sobrevivir un día más!- gritó-. No te debo nada, Lawrence…, ni yo, ni
ellos. Tú eres el que nos debes tu jodida vida, ¡tú!, Lawrence- escupió en su
dirección, dando por terminada la conversación-. Ahora lárgate cagando leches,
ya me has fastidiado bastante por hoy- se colocó la chaqueta y le hizo una
señal al guardaespaldas para reemprender la marcha, sobrepasando al otro como
si ni siquiera estuviese allí.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¡Frank!- gritó cuando ya le habían dado la
espalda, parándolos en el acto-, ¡no voy a irme sin lo que se me debe, Frank,
te digo que lo dejo!<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Piérdete, Lawrence, estás agotando mi
paciencia- dijo sin girarse-. No me obligues a ponerte en tu sitio, ya hemos
pasado por esto.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Lo sé, pero esta vez es diferente- contestó,
sabiendo lo que aquello significaba.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Muy bien- el anciano se acercó a un coche y
su acompañante le abrió la puerta-. Ya sabes lo que tienes que hacer- le dijo
mientras entraba.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Sí, señor- asintió. El hombre cerró la
puerta y volvió sobre sus pasos, deteniéndose a un par de metros del otro-. No
es nada personal- murmuró.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Claro que no- contestó-, las órdenes son las
órdenes y tú tienes cara de aceptarlas muy bien, ¿verdad?<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Así es- cerró los puños, dio un paso al
frente y lanzó un derechazo directo a la cara de su enemigo. Lawrence no lo vio
venir y la fuerza de aquel bruto le golpeó como una maza, haciéndole caer de
rodillas junto al árbol-. Vamos, chico, lárgate, ¿qué ganas con este numerito?<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¿Piensas… piensas que vas a poder trabajar
para ellos siempre?- tosió, llevándose la mano al labio cuando saboreó la
sangre-, pues te equivocas. No sabes a cuántos como tú ya he sacado de en medio
cuando dejaron de serles útiles.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Así es la vida- se encogió de hombros-,
ahora hazte un favor y márchate de una vez.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Esto no funciona así, ya lo sabes- se
levantó, encarándose a él.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Como quieras- e inmediatamente volvió a golpear,
trazando un gancho que buscaba el estómago del otro. Lawrence extendió los
brazos, posando la palma de las manos en el del gigante para apartarse de su
ataque, como si estuviese esquivando la acometida de un animal. El
guardaespaldas no perdió el tiempo y su puño izquierdo voló hacia la mejilla
del joven, pero éste se agachó, sorprendiéndole con su agilidad, y en con el mismo
movimiento le agarró la muñeca, guiando el puño hacia el tronco del árbol sin que
pudiese hacer nada por evitarlo. El sonido espantoso del hueso al romperse
precedió al aullido de dolor del hombre-. ¡Joder!- maldijo, dando unos pasos
atrás-, ¡joder!<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- No merece la pena, sé que tú también lo
sabes- le dijo jadeante por el esfuerzo-. Por eso quiero irme…, solo quiero
dejarlo.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¡Que te follen!- bramó rabioso, alzando el
puño derecho para descargarlo contra el pecho de su contrincante. De haber
llegado a su destino, aquel golpe seguramente le habría roto el esternón como
una rama seca, tal era su fuerza, pero el muchacho estaba demostrando ser una
presa difícil. Se apartó de la trayectoria de aquel camión que iba hacia él y
lo agarró firmemente con una mano cuando pasó de largo sobre su hombro, girando
sobre sí mismo para quedar de espaldas al matón. Lawrence hundió el codo libre
en el costado del guardaespaldas, robándole el aliento, y con un nuevo codazo
le hizo doblar las rodillas, dejándole espacio para retorcerle el brazo en un
ángulo insoportable, arrancándole más gritos-. ¡Suéltame…, tú ganas!<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¿Por qué no me lo creo?- siseó, cerrando un
poco más la llave para tumbar del todo al gigante.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¡No me pienso mover!- aseguró desde el suelo-,
¡tengo una mano rota, por el amor de Dios! <o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Eso espero- masculló, liberando al hombre
que se quedó tendido, intentando desobedecer el reflejo de llevarse la mano al
brazo dolorido.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
Lawrence se limpió la sangre del labio, se
sacudió el polvo y caminó hacia el coche en el que se había metido el anciano.
No había dado dos pasos cuando la luz de una farola le descubrió que una sombra
se había levantado a sus espaldas, y una potente patada cayó sobre él antes de
que pudiese reaccionar, derribándolo. Su mundo se convirtió en una danza de
luces titilantes, y por un momento creyó que no lo resistiría. Rodó por el
suelo y vio al guardaespaldas, que ya estaba encima de él, preparado para pisarle
la cabeza. Se incorporó rápidamente, ignorando el dolor, y le propinó un
puñetazo en la entrepierna antes de que pudiese bajar el pie. El hombre se
derrumbó, incapaz de soportarlo, retorciéndose en la acera como un gusano en el
anzuelo. <o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¡Hijo… de… puta!- consiguió articular,
levantándose trabajosamente, sintiendo cómo su espalda ardía allí en donde le
había pateado. Se acercó al caído, le inmovilizó los brazos con las rodillas y
le cogió la mano rota, apretándosela con fuerza, causándole tanto dolor que ya
no pudo ni siquiera gritar para aliviarlo-. ¡Gilipollas de mierda!- exclamó
antes de propinarle un puñetazo que le rompió la nariz-, ¡quédate en el puto
suelo, cabrón!- golpeó una y otra vez hasta que el rostro del guardaespaldas se
convirtió en un mapa de hematomas y cardenales teñido de rojo.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
Cuando estuvo seguro de que su enemigo había
quedado inconsciente, Lawrence se levantó tambaleándose y fue de nuevo hacia al
coche. Mientras se acercaba vio al anciano a través del parabrisas. Estaba
mirándole con el ceño fruncido, muy quieto, perforándole de lado a lado,
esperándole sin ningún temor. El joven buceó en sus ojos y encontró el
desprecio, el odio que les provocaba. Algo se incendió dentro de él, alimentado
el fuego por ese acto de desafío. Quería borrarle al viejo su expresión de
soberbia, ya no se trataba solo de conseguir la libertad, sino también de
darles a todos una lección que no olvidasen jamás. <o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
Se echó a correr y chocó contra el flanco del
coche. Las puertas estaban cerradas. Frustrado, pugnó por abrirlas, pero era
inútil. Buscó a su alrededor algo con lo que romper las ventanillas, pero no
había nada. Totalmente fuera de sí, fijó su atención en el cuerpo del gigante.
Lo agarró por los pies y lo arrastró hasta el vehículo, sentándolo contra él.
Entonces cogió la cabeza del hombre con ambas manos y empezó a golpear con ella
el cristal de la ventanilla, hasta que ésta acabó cediendo en medio de un
estallido de astillas ensangrentadas. Dejó el cadáver a un lado y metió la mano
por el agujero que había abierto para subir el pestillo. Abrió la puerta de un
tirón e introdujo medio cuerpo dentro, extendiendo ya los dedos hacia el
anciano. Pero todos sus músculos se paralizaron al encontrarse de bruces con el
cañón de una pistola que le apuntaba.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¿Ya estás contento?- preguntó, dándole una
bofetada-, ¿era esto lo que querías?- suspiró con tristeza-. No sabes en lo que
te estás metiendo, Lawrence, nunca lo has sabido.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Para mí se acabó todo- susurró, sentándose
lentamente-. Ya no soy vuestro.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Me importa una mierda lo que creas, hijo- le
espetó-. Deberías haber aprendido que todos somos suyos, esta no es más que
otra de tus pataletas.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Dame mi dinero y deja que me vaya, Frank, es
todo lo que quiero- casi le suplicó.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Dios mío, no sabes con qué gusto te lo daría
con tal de perderte de vista unas cuantas semanas- sonrió abatido-, pero lo que
hay en este maletín no es tuyo- le dio unos golpecitos-. Por favor, vete de
aquí ahora mismo e intentaré que sean indulgentes contigo esta vez, insiste en
tu empeño…- le acercó la pistola a la sien. <o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- No vas a hacerlo, Frank- le miró fijamente-,
ellos me quieren vivo.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¿Estás seguro?- le sacudió con el arma en la
frente-, yo no apostaría tan duro si fuese tú, pueden cambiar de opinión con
mucha facilidad, sobre todo si sigues comportándote como un estúpido.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-
Soy…<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Eres muchas cosas, pero no irremplazable- no
le dejó seguir, haciéndole un gesto con la cabeza-. Sal del coche.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- No.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Sal del maldito coche- amartilló la pistola
y se la pegó a la cabeza.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¡No!- se revolvió, dándole un manotazo al
cañón, apartándolo de él. Asustado, Frank apretó el gatillo y se oyó un disparo
que reverberó en toda la calle. La bala le rozó la mejilla al joven, pero éste
no se inmutó, siguió forcejeando con el anciano hasta que le torció la muñeca y
le obligó a soltar el arma sobre el asiento, de donde la recogió y le apuntó.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Estás a punto de cometer un gravísimo error-
le advirtió sin perder un ápice de su prepotencia.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Dame el maletín, Frank.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¿A dónde vas a ir?- sonrió-, vayas a donde
vayas, ellos te encontrarán.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Dame el maletín, no me obligues a disparar-
jadeó nervioso.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Todavía estás a tiempo de irte por dónde has
venido, no lo hagas y…<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-
Adiós, Frank- un segundo disparo fue llevado por el viento.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
Lawrence salió del coche y cruzó la calle con
paso apurado sin mirar atrás. Sabía que pronto llegaría la policía, que debía
darse prisa. Allí seguía Layla, observándole con los ojos muy abiertos y
empapados en lágrimas. De pronto se sintió exhausto y la sangre huyó de sus
mejillas, pero también le invadió una sensación de alivio que se hacía más
fuerte con cada metro que se alejaba. Entró y le tendió el maletín a ella.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Ya está, Layla, ya podemos irnos- le dijo,
pero ella no contestó-. ¿Estás bien, cielo?<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Ahora sí que la has cagado, Lawrence- dijo
una voz masculina desde el asiento de atrás-, en serio, la has cagado a base de
bien- y escuchó el chasquido de un arma amartillada.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
-¿Cómo has…?- se le hizo un nudo en la
garganta y le costó respirar.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Conduce- respondió sin más-, y te recomiendo
que no intentes nada raro, no he venido solo- rió-. Dios mío, Lawrence, ¿cómo
se te ha ocurrido semejante locura? En serio, ¿dejar al viejo Frank y a su
gorila solos?, pareces nuevo. Ah, por cierto, señorita, yo llevaré el maletín
si no le importa.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Deja que ella se vaya, Max.<o:p></o:p></div>
<div class="Standard" style="line-height: 150%;">
- Debiste haberlo pensado antes, ¿no te
parece?- respondió-. Venga, en marcha, aún queda mucha noche por delante y
ponte algo en esa herida, vas a dejarlo todo perdido.<o:p></o:p></div>
Fernandohttp://www.blogger.com/profile/03711662665193836863noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-61260874968238588702012-03-13T08:42:00.002-07:002012-03-17T04:58:48.891-07:00Basureros<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Ya verás cómo los Crushers les
dan una buena paliza a tus Murderers mañana por la noche – dijo
uno de los hombres mientras tiraba con visible trabajo del
contenedor, enganchándolo en la pinza del camión.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Eso es lo que os gustaría,
¿verdad?– respondió el otro con sorna, ajustándose las gafas
protectoras y la máscara –. Creo que Carl me ha vuelto a cambiar
el <i>bozal</i>, este me queda
pequeño y se me está clavando en la cara – protestó, apretando
el botón que activaba el mecanismo de recogida. El contenedor se
elevó por los aires hasta una abertura en la parte superior del
camión, volcando su contenido con un sonido seco y pesado.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Pues no es buena noche para que te
lo quites, en la tele han dicho que hoy el tiempo de exposición al
aire no debe superar los cinco minutos – le advirtió, acercándose
a él para ayudarle –. A ver, estate quieto, no puedes romper el
cierre que no llevamos respuestos en el camión.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¿Cómo que no?– protestó –,
¿qué ha pasado con los de emergencia?</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– La empresa ha hecho recortes otra
vez – observó el otro –, dicen que no se pueden permitir tener
<i>bozales, </i>ni <i>mangas,</i>
ni nada de nada, así que ahora tenemos que llevar cuidado con lo que
hacemos. Ya está, a ver si ahora te va mejor. Pensaba que tú, como
enlace sindical, sabrías todo eso.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¿Qué voy a saber?– dijo,
moviendo la máscara a un lado y a otro –. Sí, me hace menos daño,
gracias. Hace años que las empresas no nos consultan ni nos mandan
nada, hacen lo que quieren y punto, ya ni siquiera nos avisan cuando
convocan una reunión del comité. Cero.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Ya, bueno, Ben, no hace falta que
me des la charla, ¿eh?, era sólo una observación- y tiró de
otro contenedor.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¿Charla, qué charla, Terry?, sólo
te estaba diciendo lo que hay– se apresuró a echarle una
mano, tirando ambos con fuerza.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Todos... sabemos cómo sois... los
sindicalistas- jadeó por el esfuerzo–. Si no se os para a tiempo
os ponéis a berrear tonterías que no llevan a ninguna parte. Este
sí que estaba lleno, ¿verdad?</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Ya empezamos con las tonterías de
siempre– suspiró, empañando las gafas un instante-. Si los
sindicatos no hacemos nada, por que no hacemos nada, si hacemos algo,
podíamos hacer más, ¿pero a que ninguno de vosotros firmó la
petición para extender las vaciones?</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Venga ya, ¡es que eso no lo van a
aceptar nunca!– exclamó, agitando la cabeza–. Dos semanas de
vaciones al año..., seguro que estábais colocados de MDMA cuando se
os ocurrió, viendo el mundo de color de rosa y acariciando ositos de
peluche. ¡Oh!, mira tú...</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Ben se giró para ver lo que le señala
su compañero. Por la carretera vieron aparecer un largo coche negro,
engalanado con grandes coronas de flores artificales en los flancos,
seguido por varios más, formando una lenta procesión motorizada.
Dentro del primero, conducido por un hombre de rostro taciturno,
llegaron a adivinar una caja de polímero termoplástico que imitaba
a la madera; en los demás viajaban personas trajeadas protegidas
por el interior estanco y autorenovado de los vehículos.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Cuanto lujo – dijo Terry –,
algún día espero tener lo suficiente para que a mí también me
<i>paseen</i>.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¿Quieres que te entierren?–
preguntó incrédulo–, no sabía yo que apuntabas tan alto.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Hombre, sobre todo es por la pompa
del funeral y todo eso, ¿no?– contestó, golpeando el mando de la
pinza–. Ya sabes, tus amigos y familiares llorándote, una capilla
ardiente, un cura leyendo la Biblia para darte el último adiós, lo
que te digo, todo un lujo.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¡Eh, vosotros!– ladró con voz
metálica el altavoz que había detrás del camión para comunicarse
con el conductor–, que es para hoy, aún nos queda toda la ruta por
hacer.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Venga ya, Cliff, no te pongas
pesado– sonrió Ben–, tenemos toda la noche por delante.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Como nos vuelvan a echar la bronca
en la central ya veréis lo pesado que me voy a poner– amenazó,
cortando el canal.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Éste debe creer que nos van a
pagar más acabemos o no la ronda- se burló Terry, echando la mano
al tercer contenedor.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Seguramente..., ¡eh, eh,
ustedes!– le gritó a dos hombres que se acercaban desde los
portales cercanos, cargando una gran bolsa entre los brazos– , ¿a
dónde creen que van con eso?</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Pues a tirarlo, claro, además, ya
que están ustedes aquí se lo pueden llevar ahora mismo.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– De eso nada, el horario de
depósito es de ocho de la mañana a doce de la noche, así que ya se
están yendo por donde han venido.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Pero hombre, comprenda que es una
urgencia– dijo uno de ellos–. Si por nosotros fuera, lo
dejaríamos a otra hora, ¿tanto les molesta?</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¿Tanto les molesta a ustedes
dejarlo en casa hasta mañana?– se acercó Terry</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¿Y dónde?– preguntó el otro
hombre–, si no tenemos sitio para...</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Pues en la cama, en la bañera o
qué se yo, ese no es problema nuestro, caballero– respondió Ben,
enfadado–. Pero si insisten, llamamos a la policía y se entienden
con ellos, que nosotros aún tenemos mucho trabajo por delante, ¿les
parece?</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Bueno, hombre, no hace falta
ponerse así, ya nos vamos– miró a su acompañante y le hizo un
gesto con la cabeza. Se dieron la vuelta y empezaron a caminar hacia
el edificio.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Hay que joderse, ¿te das cuenta?–
carraspeó Ben, colocando los puños en las caderas.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Ya nadie tiene respeto por el
trabajo ajeno y menos por el nuestro– asintió Terry.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¡Basureros, hijos de puta!–
gritaron.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¡Ven aquí si tienes cojones,
pedazo de mierda!– gritó Ben, acercándose al portal a grandes
zancadas, metiendo la mano enguantada dentro de uno de los bolsillos
del mono, como si buscase algo.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¡Déjalo, hombre!– le paró su
compañero–, ¿no te llegó con la pelea de ayer?</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¡Ven, cabronazo, ven que te voy a
romper el <i>bozal </i>y dejarte
aquí fuera para que te <i>airees</i>!–
siguió gritando.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¡Vamos, joder, que como sea él el
que te lo rompa a ti a ver qué te pones en la cara!</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¡Está bien!– dijo,
desenbarazándose de los brazos de Terry–, pero te juro que como
vuelva a verle, se va a acordar de mi.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
–¿Pero qué dices?, si no lo vas a
reconocer– empezó a reír.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– También tienes razón– rió a
su vez, entrecortándose sus carcajadas por una violenta tos–.
Madre mía..., estos cambios en la saturación me matan.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– A ti y a todos – chistó el
otro–, mi padre, por ejemplo, falleció esta semana, así, de
repente.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Oh, vaya, lo siento mucho, ¿qué
edad tenía?</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Ya le llegaba, cincuenta y cinco
años, todo un currante, sí señor- contestó, ocupando su lugar en
una de las plataformas al lado de la compactadora–. Cáncer de
pulmón con metástasis en el hígado y el páncreas, ya sabes, lo de
siempre.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Menuda mierda– murmuró Ben,
agarrándose a la otra abrazadera.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
– Sí...– dijo Terry encogiéndose
de hombros–, lo tuvimos un par de días en casa para que la familia
pudiese verlo y eso, pero bueno, si mi hijo me ha hecho caso, ya
debería estar en el contenedor para que lo recojan hoy.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El conductor miró por el retrovisor y
los vió preparados. Gruñó y pensó en ponerles las pilas otra vez
a aquellos vagos por el tiempo que habían perdido en la parada, pero
se dijo que no valía la pena. Arrancó camino de la siguiente
manzana y dio gracias de que su ruta no incluyera ninguna prisión.</div>Fernandohttp://www.blogger.com/profile/03711662665193836863noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-4930698118176678352011-12-04T17:15:00.001-08:002011-12-18T10:00:33.481-08:00Parábola del caminanteCierto día, un caminante paseaba por un camino. El hombre se detuvo frente a otro que trabajaba laboriosamente cortando madera.<br />
- Buenos días- dijo desde el sendero.<br />
- Buenos días- respondió el otro sin pararse.<br />
-¿Qué es lo que está haciendo, buen hombre?- preguntó.<br />
- Estoy cortando troncos para construirme una casa en la que vivir- respondió orgulloso.<br />
- Estupendo, estupendo, entonces no le entretengo más, que tenga un buen día- y el caminante siguió su camino.<br />
<br />
Con el paso del tiempo, el caminante vio cómo la casa tomaba forma poco a poco hasta que finalmente estuvo acabada. Varios días después, el caminante encontró de nuevo al hombre trabajando, esta vez cavando cerca de la casa.<br />
- Buenos días- saludó sonriente.<br />
- Buenos días- contestó el otro.<br />
-¿Qué es lo que está haciendo esta vez, buen hombre?<br />
- Oh, pues, cavo un pozo que me provea de agua- dijo.<br />
- Estupendo, estupendo, entonces no le entretengo más, que tenga un buen día- y el caminante siguió su camino.<br />
<br />
Los días se convirtieron en semanas y el caminante pudo ver cómo el pozo iba tomando forma poco a poco hasta que estuvo terminado. Entonces, cuando ya habían pasado varios meses y el caminante observaba el tejado de la casa y las curvas del pozo como un elemento más del paisaje, encontró al hombre clavando unas estacas alrededor de ambos.<br />
- Buenos días- dijo sin salir del camino.<br />
- Buenos días- respondió mientras seguía golpeando.<br />
-¿Qué es lo que está haciendo, buen hombre?<br />
- Ahora que he acabado la casa y cavado el pozo voy a levantar una cerca.<br />
-¿Para qué?- inquirió, extrañado.<br />
- Para que todo el mundo sepa que lo que hay tras ella es mío y que esta es mi casa- contestó sin más.<br />
-¿Y por qué no construye también una jaula de cristal para encerrar el aire?<br />
-¿Cómo dice?- preguntó, deteniendo el martillo para mirarle.<br />
- Así como levanta una cerca en la tierra, así como excava un pozo para el agua que corre bajo nuestros pies, ¿por qué no encerrar el aire que pasa alrededor de su casa?<br />
- Pero..., eso es imposible, señor.<br />
- Pero si fuese posible, ¿lo haría?<br />
- Pues no..., supongo que no, señor.<br />
-¿Y por qué no?<br />
- Por que el aire no tiene dueño, claro, sería una locura intentar encerrarlo.<br />
-¿Y la tierra y el agua sí lo tienen?- preguntó una vez más-, ¿por qué, por que podemos acotar la primera y almacenar la segunda?<br />
- No lo sé, señor- dijo, un tanto confundido por las palabras del extraño.<br />
-¿Sabe lo que pasaría si pudiese ponerle cerrojos al aire?, que puede que usted no lo hiciese, pero alguien lo haría y se ahogaría en su propia avaricia- concluyó el caminante con severidad-. He visto cómo en estos meses cortaba los árboles que había al borde del camino para edificar su casa y nada he dicho porque es justo que un hombre tenga un techo bajo el que vivir. También he visto cómo cavaba su pozo y empleaba piedras de los alrededores para levantarlo y tampoco he dicho nada porque un hombre debe poder calmar su sed. Mas, ahora pretende construir una valla para que nadie pueda pisar lo que nunca fue de nadie si usted no lo quiere, ¿qué sería de usted y de su valla si yo ahora cercara este camino que recorro todos los días y le impidiese ir por él?<br />
- Que iría por los bosques o las colinas, claro- sonrió.<br />
- Los bosques también tienen dueños, y los prados y las colinas. Las montañas, los ríos y los mares y los cielos, todos tienen un dueño, celosos guardianes de sus propiedades. Dígame, ¿qué es lo que haría entonces usted con su cerca?<br />
- En ese caso, no lo sé...<br />
- Lo único que habría conseguido es darles la razón- dijo apenado-. Con sus cercas, con el mío y el suyo, finalmente todo acabaría teniendo dueño. El aire, la luz del Sol, los pájaros, los peces... todo sería de alguien. Si alguna vez llega ese día, aquel que tenga un pozo será un tirano en tiempos de sequía, quien posea animales dejará que otros pasen hambre si no pueden darle lo que les pida a cambio- suspiró y siguió andando, seguido por la mirada del hombre-. Usted, con su cerca, no hace más que convercerme de que, al final, habremos acumulado tanto rencor y envidia hacia nosotros mismos que nos haremos seres mezquinos, criaturas viles a las que les dará lo mismo los padecimientos del prójimo y, por mucho que suceda después, ya no sabremos vivir de otra forma.<br />
El caminante desapareció tras una vuelta del camino. El hombre se quedó pensativo durante largas horas, mirando las estacas que ya había clavado. Entró en la casa y salió con una azada, decidiendo que lo mejor sería aprovechar parte del trabajo hecho para empezar un pequeño huerto.Fernandohttp://www.blogger.com/profile/03711662665193836863noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-73327505876345492472011-10-19T20:12:00.000-07:002011-10-20T05:46:30.087-07:00Diciembre Diciembre era el nombre con el que el viejo Julio Sol, un tipo singular con un sentido del humor algo peculiar como podréis comprobar, había bautizado su villa.<br />
A lo largo de su dilatada vida (algunos comentan que si fuese cierto todo lo que cuenta debería de tener más de cien años, rumor que se hizo tan fuerte que los vecinos llegaron a tachar de falso el certificado de nacimiento que el Tomás, que tiene un hijo juez que trabaja en la capital, trajo a la taberna para que todos supiésemos la verdad) trabajó, siempre según él, de todo: agricultor, leñador, nada más y nada menos que en el Amazonas, herrero, "cuando ver un coche era más raro que un billete de cien pesetas", jardinero, camionero, "hace poco", carnicero, mayordomo... y la lista continúa, tan variada que parece la de un personaje de ficción y tan larga que aburre.<br />
El viejo Julio (tan viejo que a veces insistía, sobre todo cuando ya llevaba unas cuantas copas de vino, en que era tan viejo que le llamásemos Agosto) era todo un esperpento: calvo como un buitre salvo por el reguero de pelos que le crecían de sien a sien y le caían por la nuca como una cortina apolillada. Unas orejas grandes, oscuras y sobre todo velludas le salían a ambos lados de la cabeza, rivalizando con la obra faraónica que era su nariz, sosteniendo entre las tres unas gafas de pasta marrón y cristales gruesos. Sus ojos azul cielo, enormes y siempre abiertos que más parecían los de un búho, o los de un topo si se quitaba los lentes, miraban con viveza debajo de las techumbres blancas que tenía por cejas. Desdentado, con los labios hundidos y las mejillas chupadas, bien parecía que podría sacar chapas con la mandíbula o arar surcos con el mentón.<br />
Cuando llegó al pueblo, hace ya diez años, fue directamente al ayuntamiento, mantuvo una entrevista de tres horas con el Gregorio, el alcalde, naturalmente, salieron los dos charlando muy animados y fumando puros de los que guarda el Gregorio para cuando le visitan personajes de la clase política y otros de su misma ralea, y se metieron en casa de Ángel, el notario. Poco después, Julio ya era dueño de la villa que nosotros llamábamos del Patapalo, otro insigne vecino, casi una leyenda, igualmente peculiar que había fallecido varios años antes, y de las tierras de la colina que la rodean, ya que, al haber muerto sin herederos, su patrimonio había pasado a manos de los lobos y estos no tuvieron ningún problema en venderlo.<br />
Las viejas, especialmente Rosinda y Carmen que no tienen otra cosa que hacer en todo el día que darle a la sinhueso, no daban a basto. Surgieron más rumores de aquellas dos bocas en una semana que noticias en los periódicos en todo el año. Por supuesto, que el aludido no saliese de su recién estrenada casa en varios días no hacía más que suscitar la curiosidad y activar la imaginación de las mentes ociosas del pueblo. Que había pagado el inmueble, las fincas y los emolumentos de Ángel a tocateja era casi seguro, pero las teorías a cerca de la procedencia de ese dinero fueron de lo más variopintas (se llegó al extremo de fantasear con tesoros enterrados, no digo más).<br />
Mientras los vecinos hablaban, pasaron los días y tres camiones de mudanzas atravesaron el pueblo y se pararon delante de la casa del Patapalo. La de bultos que vimos salir de aquellos camiones, cajas y cajas de cartón, muebles de varios estilos y épocas, sin duda antigüedades, un piano... Aquello fue como una bomba. Pobre Julio, debieron zumbarle tanto los oídos que no sé si dormiría esa noche. Su encierro, lo misterioso de su comportamiento, si es que tiene algo de misterio, y semejante despliegue de medios alarmaron de tal modo a la vecindad que cuando tanto Gregorio como Sebastián, el párroco, estuvieron hasta las narices de escuchar tonterías fueron a verle, con una buena comitiva de bastones y dentaduras postizas detrás, y le citaron a darse a conocer en la plaza mayor durante las fiestas de la vendimia que ya estaban próximas. Aceptó y de que buen agrado, sin sorprenderse ni lo más mínimo por el nutrido grupo de personas que se agolpaban en su porche.<br />
La noche de la fiesta todo era expectación. La gente no dejaba de murmurar, los menos combatían los nervios bailando y los más comiendo y bebiendo. Los jóvenes, que llevábamos esperando a las fiestas para reencontrarnos con viejos amoríos a los que el trabajo, convenientemente, no nos dejaba ver el resto del año no podíamos hacer nada sin que los ojos vigilantes de los viejos nos censuraran, como si no entendiéramos la gravedad de lo que estaba por suceder. Las horas pasaban y poco a poco la fiesta fue tomando sus derroteros habituales, ya que se pensaba que el extraño vecino no iba a acudir a la cita.<br />
Al dar las doce en punto, alguien soltó una risa que más parecía un trueno y nos giramos. Nunca olvidaré el silencio con el que se anunció la aparición de Julio en la plaza. Sonriendo de oreja a oreja, con aire augusto y triunfal, no se le había ocurrido otra cosa para presentarse ante un pueblo que le era más bien hostil que cubierto con una toga, atada al modo de los romanos o los griegos, que dejaba al descubierto un pecho esquelético sembrado de pelos blancos y unas piernas flacuchas como alambres, una corona de laurel en la cabeza y un tirso, con piña y todo, en la mano. Ante el asombro general, Julio se fue acercando a uno de los bancos del centro de la plaza, saludando a un lado y a otro como si conociese a todo el mundo. Raúl, el pianista de la orquesta y reconocido bromista, se recuperó de la impresión, se hizo al teclado y se puso a tocar la Marcha Triunfal de Aída. El viejo Sol, lejos de sentirse intimidado por la burla musical, se puso la mano en el pecho, levantó la cabeza hasta que casi se pudo oír el chasquido de los huesos, y midió el paso a las notas hasta que, con el último compás, tomó asiento. Todo un espectáculo. No sé quién empezó a reírse primero, pero viendo toda aquella escena la risa se hizo incontrolable y acabamos todos riendo. Ciertamente no nos reíamos de él, si no con él, digno sucesor de las costumbres del Patapalo como contaban los más veteranos. Según fue avanzando la fiesta descubrimos dos cosas, la primera, que iba así vestido en honor a Dioniso, "que por algo es el dios del vino", y la segunda, para nuestra desgracia, que mientras Julio tuviese fuerzas para estar en la plaza no nos quedaba más remedio que ver como bailaba con todas las chicas, jóvenes y maduras, casadas, solteras o viudas, a las que pudiese echar mano como si de un auténtico sátiro se tratase. Lo cierto era que se había ganado al pueblo entero.<br />
Con el tiempo fuimos viéndolo cada vez más por la calle, paseando siempre meditabundo, como si le preocupase algo, con los ojos clavados en el suelo y las manos a la espalda, mirando de cuando al cielo y calándose la boina en un gesto que sólo se podía interpretar como una reprimenda a su curiosidad. Más tarde paseaba con los perros que la Jacinta, la esposa de Juanma, el carnicero, no había podido regalar, llevándoselos minutos antes de que los subiesen al coche para llevarlos a la perrera. Nos acostumbramos entonces a escuchar sus gritos llamando por Otoño e Invierno, cosa que le resultaba muy divertida desde que empezaba hasta que acababa el verano y que usaba para tomarnos el pelo a los demás durante las mencionadas estaciones, de modo que no sabías si estaba hablando de los perros o del tiempo (nunca supimos por qué le gustaban tanto los chistes sobre los meses y las estaciones).<br />
Se hizo asiduo visitante de la casa de Francisco, la única taberna del pueblo, "la única que tiene un vino que me gusta", y allí se le podía encontrar casi todas las tardes dando buena cuenta del queso curado que elaboraba el propio Francisco y de las raciones de callos todos los domingos, a las que no faltaba por nada del mundo. En más de una ocasión usó esta costumbre como disculpa ante las gentes más practicantes del pueblo para explicar que "no puedo ir a misa mientras la mujer de este buen hombre me tiene preparado semejante manjar".<br />
El viejo Julio era, sin duda, un derroche de simpatía, sabiduría y experiencia a partes iguales. Pero con la llegada del invierno todo cambiaba, se le veía taciturno, ensimismado, casi dejaba de hablar y la sonrisa con la que habitualmente te recibía se apagaba en una leve mueca que casi daba pena. Estos síntomas se agravaban cuando se abrían las puertas de Diciembre, el único mes del año durante el que a penas sí salía, a veces parecía que sólo lo hacía para darle el gusto a los perros de coincidir con sus congéneres. Tenía no obstante una costumbre que tampoco variaba en esta época del año: entraba en la taberna, ocupaba una mesa que había en la esquina más alejada de la puerta y pedía una botella de vino con dos vasos. La primera vez que lo vimos nos pareció otra de sus particularidades, pero era ésta la única en verdad perturbadora. Se sentaba durante horas, rellenando su vaso sin tocar el otro que siempre ponía vacío delante de él, bebiendo hasta que dejaba la botella a la mitad, después se levantaba, pagaba y echando una última mirada a la mesa, se iba sin decir nada. Hubo un día en el que el Sebastián, después de salir de misa, entró y se lo encontró en esa postura, le preguntó primero a Francisco pero, claro, nada sabía, solamente pudo decirle que era costumbre suya hacerlo siempre por aquellos días, así que, extrañado, se acercó a la mesa y le preguntó qué era lo que le pasaba. Yo tuve la fortuna de estar lo suficientemente cerca para escuchar lo que el viejo Julio Sol, aquel 8 de Diciembre, le dijo al cura: "He vivido una vida larga... he vivido más de lo que yo nunca pensé que fuera a vivir y, en consecuencia, cada día lo viví como mejor supe y nunca he tenido una forma mejor de aprovechar el poco tiempo que me quedaba que amar. La mayoría viven pensando que el tiempo que tienen es infinito y lo malgastan como si no valiese nada, lo tiran acumulando riquezas para pasar su inmortalidad, lo tiran luchando por un poder que parece diseñado para arrebatarle el tiempo a otros, lo tiran envidiando, odiando y destruyendo las vidas inmortales de los demás de una u otra manera. Yo lo gasté amando. Amé a muchas mujeres y a muchos hombres, los amé durante años o sólo durante los minutos que estuvieron ante mis ojos, a algunos en carne, a otros en espíritu y a menos de los que me habría gustado en ambas. Amé canciones, libros, casas, calles, voces, brisas, sabores... Amé a mi padre y a mi madre, aunque me lo pusieron difícil, a mis hermanos, a mi esposa y mis hijos. Me amé también y a mis temores, dudas y recelos. Hoy es mi cumpleaños, Sebastián, y lo celebro con todos aquellos a los que en esta vida he amado y ya no están y con aquellos que están pero a los que ya no puedo llegar." Fue la primera y creo que última vez que Sebastián se quedó sin habla. Aquellas palabras causaron una profunda impresión en todos los que pudimos escucharlas y, aquella noche, todos lloramos con Julio cuando se fue.<br />
Hoy, otro 8 de Diciembre, me gustaría alzar una copa de vino y brindar por todos aquellos a los que hemos amado y ya no están y por aquellos a los que ya no podemos llegar como habría hecho el viejo Sol ya que, como bien dijo, nuestro tiempo aquí acaba agotándose y hoy hay una botella y dos vasos vacíos sobre una mesa a la que nadie se va sentar.<br />
¡Salud!Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-10562757963672416882011-10-09T18:55:00.000-07:002013-01-30T17:59:22.414-08:00Cuestión de lógica Es una mera cuestión de lógica, aún para las mentes más impermeables. El hecho de que en un bar haya una botella rota al lado de una roja brecha en la cabeza de algún individuo con cristales clavados en la piel, posiblemente, y digo sólo que posiblemente, relacione ambos factores en una ecuación lógica y razonable de muy sencillo cálculo.<br />
Con esta innegable victoria del pensamiento racional bien presente, cuando encontré a mi esposa semidesnuda y jadeante en la cama, y a un hombre sacándose con cuidado un preservativo en el baño de nuestro cuarto, no me quedó más opción que pensar que se habían dado un homenaje en el lecho que habitualmente me gustaba usar para dormir y que, atando cabos, aquel tropezón con el dintel de la puerta no me lo había dado con el hombro, sino con los largos, preciosos y vergonzantes cuernos de reno que me había puesto la santa, y ahora más bien puta, de mi mujer.<br />
He tenido mucho tiempo para recapacitar desde aquel día y puede que mi reacción entonces no fuese la más correcta o civilizada, pero es que, viendo aquella escena, los tres congelados como en una foto, con sus expresiones de asombro y luego vergüenza con las que se burlaban de los años que llevaba sacrificando mi vida, trabajo y resultante dinero para sacar adelante mi matrimonio, pues supongo que me enfadé de verdad.<br />
A día de hoy todavía no sé de dónde pude sacar las fuerzas para agarrar a aquel indeseable de las pelotas, arrastrarlo hasta la cama, sacar al Cristo de acero que teníamos en la cabecera, testigo mudo de aquel agravio contra todo lo bueno que creía haber dado y recibido, y hundírselo en la boca, tirándole varios dientes en el proceso por que aún se resistía, hasta que el pico de metal en el que remataba el travesaño principal de la cruz le salió por la nuca. Lo que sí supe, sé y sabré es que ver la sangre de aquel cabrón tiñendo rápidamente las sábanas es la visión más placentera que he tenido ocasión de presenciar, palabra.<br />
Mi esposa, hasta entonces estupefacta, despertó de repente cuando el calor de su amante le salpicó rojo, y no blanco como era lo habitual durante sus visitas, en la cara. Se puso a gritar como una loca, perdió completamente los papeles, cosa que no debería hacer una mujer madura como ella, y yo, que ya había tenido mi ración recomendada de chillidos castrati al coger al cabrón por uno, sino el más, de los apéndices sensibles de la anatomía masculina, me dejé llevar por el desprecio que su mera presencia me provocaba. Abrí el cajón de mi mesilla, cogí unos calcetines y se los metí hasta la garganta, provocándole arcadas. Después, mientras estaba encima de ella, fui envolviéndola con la ropa de cama y allí la dejé, bien atada y mejor amordazada al lado del otro.<br />
Al verla en aquella situación, llorando, babeándose, con el cadáver del amante mirando al techo con el Cristo aún clavado como si fuese el propio monte Gólgota, me invadió un cansancio indescriptible. Me senté a los pies de la cama, encendí un cigarrillo y me puse a pensar en lo que debía hacer a continuación. Para ahorrar más detalles escabrosos y, la verdad, que poco recuerdo del maremágnum de ideas que me rondaba por la cabeza, diré que acabé el cigarrillo y la solución vino sola.<br />
Abrí el armario y cogí sábanas limpias. Fui a la cocina y busqué la cinta de carrocero. Me cargué el cuerpo del tipo al hombro y me lo llevé de vuelta al baño, allí le extraje el Cristo, lavé la sangre lo mejor que pude, taponé la herida para que dejase de sangrar y lo amortajé con las sábanas y la cinta. Aprovechando que la tenía a mano y así asegurarme de no llevarme sorpresas, me preocupé de fijarle los calcetines a mi mujer a la boca con la cinta, de modo que no pudiese escupirlos y gritar.<br />
Ya tenía la mitad del trabajo hecho, lo que quedaba era relativamente sencillo. Antes de que todo esto estallase, trabajaba como enterrador en un cementerio no muy lejos de mi casa. Aquella misma mañana había abierto un agujero para meter el cajón de un viejo que se había muerto de un infarto y, como decidí taparlo por la tarde y volver a casa para llevar a mi mujer a comer a algún restaurante porque la notaba algo distante, conseguí dos cosas: descubrir el pastel y un lugar perfecto para hacer desaparecer el cuerpo que se ponía rígido en mi bañera.<br />
Sin pensármelo dos veces, recogí el bulto que era ahora el malnacido que se tiraba a mi mujer, me acerqué a ella para darle un beso en la frente y decirle que ya hablaríamos cuando volviese y me fui, atrancando primero la puerta de la habitación y cerrando la de la calle con llave, llevándome todas las copias de las mismas. Creo que fue el viaje de cinco pisos en ascensor más largo de mi vida, pero no me vio nadie, suerte que nuestro bloque tenía garaje subterráneo. Cargué al muerto en el maletero y conduje tranquilamente hacia el cementerio. Por desgracia, un gilipollas se había saltado un semáforo en rojo en un cruce y otro gilipollas que le iba a la zaga provocaron un accidente en el que se vieron implicados doce vehículos causando, como luego supe por los periódicos, tres muertos y varios heridos. Aquel contratiempo convertiría un breve paseo de diez minutos en una agonía que se prolongó durante una hora. No importa, pensé.<br />
Llegué al cementerio y acerqué el coche a la tumba, pero a nadie de los que venían a reverenciar a sus muertos le extrañó por que solíamos llevar así las herramientas. Cuando no había nadie mirando, saqué al desgraciado del maletero y lo tiré sin contemplaciones al agujero. Creo que le escupí. Cogí la pala y cubrí de tierra a los dos, al viejo y al hijo de puta que me los había puesto.<br />
Satisfecho conmigo mismo conduje de vuelta a casa. Como se había producido aquel choque y no me apetecía volver a tardar tanto, di un pequeño rodeo. Cuando llegué, la puerta de la calle seguía cerrada, naturalmente, y también la de la habitación, pero mi mujer no estaba en la cama. La ventana de nuestro dormitorio estaba abierta y daba a un estrecho patio de luces, pero vivíamos en un quinto piso. Alarmado, corrí a la ventana y me asomé temiendo ver el cuerpo destrozado e mi mujer contra el patio del primer piso. En parte aliviado, en lugar de aquella imagen vi una tabla apoyada contra el alféizar de la ventana del vecino de al lado. La muy cabrona se había desatado, pedido auxilio y aún encima el capullo del vecino le había echado una mano. Seguro que también se la había tirado el muy cabrón.<br />
La policía me encontró poco después intentando echar abajo la puerta de la casa con un horrible galgo de acero a escala real que una tía suya nos había regalado por Navidad.<br />
¿Hice bien?, no lo sé ¿Me excedí?, puede. Mi abogado dice que intentará alegar enajenación mental transitoria o algo así para que me rebajen la pena, pero no es muy optimista, dice que lo hice demasiado bien, como demasiado planeado para que el jurado se lo trague. En todo caso, espero que el juez entienda que yo nunca, nunca le habría hecho daño a mi mujer, nunca, es sólo que, cuando el hijo de puta que se está cepillando a tu mujer es, aún encima, el jefe que te ha cargado a horas extras, que no llegó a pagarme por cierto, para tener vía libre, coño, te cabreas.Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-66257625773573163602011-10-04T20:35:00.000-07:002012-04-09T17:48:36.771-07:00En la boca del lobo - Capítulo 2<br />
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">"Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo,
diente por diente, mano por mano, pie por pie." Deuteronomio 19:21<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">-¡Eh, tú, pedazo de mierda!- aunque gritó con todas sus
fuerzas, la música estaba tan alta que podía no haberle escuchado-. ¡¡Te estoy hablando
a ti, gilipollas!!<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">-¿Qué coño quieres?- preguntó el hombre sin girarse y sin
alzar la voz, como si hablase con el vaso que tenía delante.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">-¡¡Te estoy hablando!!- aulló, dándole una patada al taburete
en el que se sentaba el otro, tirando ambos al suelo-. ¡Levántate, cabrón,
levántate!<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">- Me cago en la puta...- alzó la cabeza y vio a los tres
gorilas mirándole desde arriba. Alrededor de los cuatro se había formado un
círculo que alejaba la marea humana que aún bailaba, casi por completo ajena a
ellos, al ritmo de aquella taladradora de tímpanos que no callaba nunca-. Esto
era completamente innecesario, amigo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">-¡Cabrón de mierda!- dijo el matón, agachándose para agarrar
al hombre por las solapas de la cazadora y levantarlo a pulso en una
demostración más de fuerza bruta-. ¿¡Es que estás sordo!?<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">- No- dijo lacónico- te he oído la primera vez, eres tú el
que no usa bastones para los oídos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">-¿Es este tarado, Jimmy?- le preguntó a alguien a sus
espaldas sin apartar los ojos de lo que sostenía.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">- Sí, James- respondió uno de los brutos que lo acompañaban
echándose una mano a la nariz, que aún seguía sangrando bajo los improvisados
vendajes de papel higiénico y esparadrapo-, este es el hijo de puta que me ha
roto la nariz.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">-¿Estás seguro?- inquirió incrédulo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">- Sí- contestó el hombre con una sonrisa, inclinando la
cabeza para mirar la cara enrojecida del herido-, yo le arreglé la cara a tu
amigo Jimmy, y gratis además. Cualquier otro le habría cobrado por tan
necesaria cirugía, ¿no te parece?<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">- Te ha tocado el premio gordo, colega- dijo James rechinando
los dientes-. Cuando terminemos contigo no van a saber...<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">-¡Cállate de una puta vez y dame!- exclamó el desconocido de
repente, interrumpiéndole. James quedó perplejo durante unos instantes, pero la
rabia volvió a sus ojos en seguida y descargó sobre la cara del hombre un
puñetazo que lo proyectó contra la barra, haciéndole chocar contra ella con tal
violencia que la hizo temblar en una avalancha de vasos-. A que no era tan
difícil...- murmuró, echándose la mano a los labios y mirando en ella la sangre
que recogía.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¡Vamos, arriba,
vamos!- gritaba el matón, alzando los puños como un púgil-. ¡Te voy a partir la
cara, maricón!<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Que poco respeto...-
negó con la cabeza mientras se levantaba-. ¿Sabe tu madre que te dedicas a ir
llamándole eso a la gente como si fuese un insulto?- preguntó distraído,
absorto en la tarea de sacudirse el abrigo con cuidado de no cortarse con los
cristales que le habían caído encima-. Perdón, a lo mejor a tu madre no, pero
seguro que a tu padre no le haría ninguna gracia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¡¡Te voy a
reventar!!- echó el puño hacia atrás y lo lanzó contra el hombre. Antes de que
los nudillos encontrasen su objetivo, el desconocido se hizo a un lado y le
abofeteó la mejilla en un mismo movimiento.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Venga, James, cuando
no me movía lo sabías hacer muy bien- sorprendido por segunda vez, el joven
tardó un momento en ordenar sus pensamientos y ponerse de nuevo en guardia.
Volvió a intentar golpear aquella cara y nuevamente lo esquivó y le abofeteó,
lo intentó una vez más y el resultado fue el mismo. Una furia que no podía
contener afloró a las mejillas del bruto y se abalanzó sobre el extraño, que en
ese momento le cogió de las muñecas, deteniéndolo-. Así no, James- el hombre
hundió sus dedos en la carne que tenía entre ellos, el matón dejó escapar un
gemido de dolor y aflojó los puños. Con un repentino tirón, el desconocido giró
y abrió los brazos y James cayó de rodillas en el suelo, aullando de dolor,
mirando con angustia el ángulo en el que le habían doblado los suyos-. Así, se
hace así.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¡¡Cabrón!!- el otro
montón de músculos se echó hacia delante con los puños preparados, en un
segundo ya estaba encima de ellos. El hombre soltó los brazos de James, que se
quedó postrado por el dolor, y con ambas manos apartó el puño de su atacante,
propinándole un fuerte cabezazo en la nariz cuando la inercia lo acercó a él-.
¡¡Mi nariz, me ha roto la puta nariz!!- gritó al caer, echándose las manos a la
cara, con la sangre manando entre los dedos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Sí... dos narices
seguidas- jadeó el extraño, frotándose la frente-, debe ser... mi día de
suerte, muchachos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¡¡Te mataré!!- Jimmy,
que hasta entonces se había quedado quieto, saltó por encima del segundo matón
y embistió como un animal. Con todo su peso en aquella carga, arrolló al hombre
y ambos fueron a dar contra la barra, golpeando la espalda del otro contra
ella. El hombre forcejeó para sacárselo de encima en vano, Jimmy lo tenía bien
agarrado y al momento la emprendió a rodillazos con su estómago-. ¡¡Jódete,
jódete, jódete!!- repetía con cada ir y venir de la pierna. El desconocido
consiguió colar un brazo entre los del gorila y le cogió la nariz con el pulgar
y el índice, apretando el tabique nasal. Jimmy soltó un alarido que se pudo
escuchar por encima de la música y se quedó quieto, cerrando los puños en torno
a aquella mano que lo torturaba.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Control... de la
ira...- tosió con la mano en el estómago-, te hace falta, Jimmy- se echó hacia
adelante, alejándose de la barra, y apretó aún más la pinza de sus dedos, las
piernas del joven fallaron y cayó al suelo junto a su compañero, ambos con las
narices destrozadas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> Entre tanto, James,
que se había recuperado, cogió un taburete con ambas manos, estrellándolo
contra los hombros del extraño, haciendo que diese varias zancadas hacia
adelante para no perder el equilibrio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¡Te voy a dejar
nuevo, colega!- rió triunfante, persiguiendo a la aturdida figura para volver a
golpearla. Como si fuese un bate, lo puso detrás de la nuca y trazó amplio
arco. El hombre se agachó y el taburete pasó por encima de su cabeza. Se alzó
de un salto y, antes de que el joven pudiese reaccionar, le propinó un fuerte
puñetazo en el vientre, robándole el aliento, y otro en la mejilla, echándolo
hacia atrás.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Ahora me has
cabreado- dijo y metió la mano en el bolsillo del gabán, extrayendo una pequeña
barra rematada en una esfera metálica que, con un golpe seco, se mostró en su
verdadera longitud con un sonido que hizo estremecerse a los que pudieron
oírlo-. Vas a cagar dientes durante un mes, chico- en ese momento se dieron
cuenta de que la música ya no sonaba.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Espera un momento,
Conan, ya está bien, suelta la extensible ahora mismo- dijo una voz femenina a
las espaldas del hombre, que notó una presión y algo frío posado contra su
nuca-. ¿Es que no me has oído?- la presión se hizo un poco más acuciante y
obedeció-. Bien, ya habéis causado suficiente alboroto por hoy, quiero que os
vayáis todos de mi maldito local y que no volváis en vuestra puta vida,
¿entendido?- los chicos se levantaron y se fueron como pudieron, pero el hombre
se giró lentamente y sus ojos se encontraron con los zafiros de la que le
hablaba. Una melena rubia caía sobre sus hombros blancos, rectos y fuertes,
casi masculinos. En su cara afilada, de duras y frías facciones como las de una
estatua, no se leía nada más que desprecio. Pero un brillo de reconocimiento se
hizo en aquellos ojos profundamente verdes, surcándolos como un rayo y los
labios de rojo se abrieron en una mueca de asombro-. No puede ser...- dijo con
un hilo de voz, apartando la pistola de la cara del hombre sólo para volver a
posársela contra la frente, dibujando un rictus de ira-. Tienes unos huevos que
no te deben de caber en los calzoncillos para montarme este espectáculo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Katyu...<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¡No te atrevas!-
gritó ella, interrumpiéndole-, ¡no te atrevas a llamarme así, bastardo
asqueroso!<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Está bien- dijo con
una sonrisa, levantando las manos-. Está bien. Hola, Yekaterina.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¿¡Hola!?- empujó al
hombre con fuerza sin bajar el arma-. Después de cinco años sin saber nada de
ti vienes aquí, me jodes el negocio, te dejan hecho una mierda, te pongo una
puta pistola en la puta cara, ¿¡y todo lo que se te ocurre decirme, jodido gilipollas,
es hola!?<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Te echaba menos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¡Veta al Infierno!-
exclamó. Durante unos segundos se quedó mirando aquellos ojos y aquella sonrisa
surcada de sangre. Dio un sonoro suspiro y dejó de encañonarle-. ¡Tolya!<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¡Da!- respondieron
desde alguna parte del local, ya vacío.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¡Echa a todos los que
aún se estén metiendo en el baño y echa el cierre!<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¡Bien!<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Nos vamos- dijo con
voz cansada-, hay que ponerte algo en ese labio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Katyusha, yo...<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - No, te he dicho que
no me llames así- respondió sin mirarle-. Aún no.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Necesitaba hablar
contigo...- dijo él con un tono que era casi de súplica-. Los estoy buscando...<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¡Joder, Lawrence,
cierra la puta boca!- chilló-. Tú... sólo... no digas nada hasta que lleguemos
a casa- se alejó a pasos firmes y elegantes, con el vestido negro casi lamiendo
el suelo pero sin llegar a tocarlo, dando la impresión de que en realidad sus
pies tampoco llegaban a hacerlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -¡Lawrence!- le llamó
otra voz, esta vez masculina, alejando su atención de las curvas de la mujer.
Se giró y no pudo apartarse a tiempo de
la trayectoria de un puño que se precipitó contra su cara con una fuerza que a
punto estuvo de romperle la mandíbula. Cuando el mundo volvió a su posición
original y las luces dejaron de danzar ante él, alzó la cabeza y lo vio. Un titán
de dos metros de altura, con una espalda y unos brazos que no desmerecerían los
de Atlas, embutido en un traje negro con una corbata que en su ancho pecho se
veía ridícula. Sobre sus ojos azules y claros como el hielo, lucía una
cabellera pelirroja.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Vaya- tosió
dolorido-, Mijail, siempre es un placer que me rompas la cara...<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Debería arrancarte
la lengua y hacértela tragar- respondió, abriendo y cerrando el puño.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Seguro que así
mejoraba mi ruso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> -!Hijo de...¡- lanzó
una de sus enormes manos al hombro de Lawrence, que ni siquiera hizo un intento
de defenderse, levantando la otra ya cerrada con el pensamiento de hundírsela
en el cráneo si se veía capaz, pero con visible esfuerzo se contuvo-. Eres un
estúpido, tenías que haberte quedado en tu agujero y pudrirte en él.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Llevo haciéndolo
demasiado tiempo, Mijail- respondió, posando una mano en la que aún le agarraba
el hombro-, ya era hora de volver.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> El gigante se quedó
mirándolo con la misma expresión que Yekaterina y al cabo lo soltó con un
bufido cansado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> - Ya lo veremos,
Lawrence, ya lo veremos.<o:p></o:p></span></div>Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-28509229583944780572011-10-03T20:13:00.000-07:002011-10-03T21:27:06.541-07:00Yo, Vampiro<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
No es fácil ser un vampiro. Nunca lo
ha sido y nunca lo será, menos aún cuando eres búlgaro y tus
orificios nasales se unen en un sólo agujero en el maldito centro de
la nariz, o casi peor, uno de esos polacos que de repente se levantan
de la tumba y se ponen a comer kilos y kilos de pescado como si no
hubiese un mañana.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Cierto es que hemos vivido tiempos
realmente duros, antes de que el pensamiento Ilustrado debilitase finalmente la fuerza de las supersticiones en la vida cotidiana y la literatura y el cine,
maravillosas artes ambas, relegasen nuestra existencia a la pura
ficción, la gente tenía costumbres realmente desagradables para evitar que te levantases de la tumba. Volviendo a lo horribles que pueden
llegar a ser los búlgaros, no es que tenga nada en su contra, pero
es que realmente se pasaban, tenían la malsana costumbre de cortarte
extremedidades o los tendones de los pies para que no pudieses salir
de tu bien cavada tumba o, si lo conseguías, que anduvieses lisiado
por el resto de tus días. No menos bárbara era la costumbre de los
gitanos de clavarte agujas de acero en el corazón y rodear tu
sepulcro de plantas espinosas. Aunque conste que la manía de los
griegos de bañarte en agua hirviendo para después incinerarte
tampoco se queda atrás en salvajismo, y especial mención merece el delicioso sadismo de los alemanes que se te venían encima para clavarte una estaca en la boca.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Además de todo lo mencionado anteriormente, está la
fragilidad e ignorancia de los propios seres humanos, un buen ejemplo
de la primera es la crisis alimentaria que desató la Peste Negra que
asoló Europa, todos sufrimos bastante en aquellos años, y de la
segunda sólo tengo que recordar aquella pequeña villa española en
la que me asenté y que tuve que abandonar durante siglos, sí,
amigos míos, siglos, por culpa de los sabuesos de la Inquisición y su
paranoia religiosa.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Hoy en día, sin embargo, tampoco
tenemos las cosas mucho mejor. Por desgracia, el ser humano es un
animal más bien simple, y cuando le coge miedo a algo que no podía
entender en el pasado, aún teniendo explicaciones lógicas,
factibles y perfectamente razonables en la mano, prefiere volver a
pasar miedo y pensar que todo lo que sabe no deben de ser más que
mentiras en favor de cuentos de viejas. Por supuesto, no es nuestro
caso, los vampiros existimos, pero ya va siendo hora de que se pierda
ese extraño interés en nosotros y se nos ponga a la altura de, qué
se yo, los hombres lobo, que hace tiempo que nadie los busca.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Por otro lado, y esto es culpa de la
televisión y de los libros, todo sea dicho, los humanos tenéis la
cabeza llena de pájaros y pensáis que cuando se es un vampiro todo
son ventajas. Los cuentos de la literatura romántica os tienen
sorbido el seso y se nota. Que si amores más allá del tiempo, que si cuerpos bellos
y perfectos, la consabida inmortalidad, poderes sobrenaturales,
elegancia felina y un sinfín de estupideces más que no puedo
mencionar por que, la verdad, me da vergüenza. La última ocurrencia
que habéis tenido es tan ridícula que casi me da asco pensar en
ella. Para empezar, sí, inmortalidad, está muy bien decirlo así,
pero, ¿a que nunca os habíais parado a pensar en un número
inagotable de años teniendo que dormir en un ataúd, levantándoos
al anochecer sólo para ir a buscar algo que echaros a la boca y
después volver al mismo cajón, si es que queda un cajón al que
volver y no un montón de madera podrida que cada vez que te estiras
se te clava en todas partes hasta que acabas durmiendo contra la
jodida tierra que se vuelve barro cuando llueve y cosas aún peores,
a que no? Pues bien, eso, personalmente, tampoco me lo esperaba, pero
es lo que hay. Poderes sobrenaturales, bueno, pues también está muy
bien llamarle así a que tus huesos se vuelvan de una materia
parecida a la gelatina y poder pasar por agujeros pequeños, pero
para los que no somos polacos, más que un poder sobrenatural nos
parece un estrago no atajado de la descomposición o algo semejante, y a lo de la lengua puntiaguda mejor no darle nombre. No
es que seamos más rápidos, es que vosotros os tropezáis con
vuestros propios pies al andar, tampoco es que seamos mucho más
fuertes, es que un poco de ejercicio, así por lo general, no os
vendría nada mal. Ni magia, ni transformaciones, ni nada que se le
parezca, lo más, colmillos, por fortuna habéis acertado en algo y
tenemos colmillos para poder romper la piel, llegar a los vasos
sanguíneos y beber. En ocasiones he podido ver alguna película a
través de la ventana de alguna casa y reírme sólo con los vampiros
que muerden cuellos y no se manchan, realidades en las que las personas tienen graves problemas de exceso de hierro en la sangre y ésta debe brotar como si fuese chocolate, quedando todo limpio y reluciente
como si hubiese pasado un simple mosquito ya que no se desperdicia ni una gota. También es verdad, por extraño que
os parezca, que podemos tener sexo y hasta hijos, pero, en fin, yo no es
que haya sido alguna vez el típico Adonis y eso que he vivido bajo la tiranía de varios cánones de belleza, que yo recuerde, los cadáveres hinchados
y llenos de sangre, flacuchos cuando ésta se va escurriendo por la
boca y otros orificios, no voy a entrar en más detalles, pálidos, con
las uñas largas y llenas de suciedad y el pelo en unas condiciones
similares (¿recordáis lo de dormir en el ataúd y toda esa mierda?,
pues eso), no atrae ni a los hombres ni a las mujeres y, sinceramente, no creo poder hacerme cargo de un hijo en mi estado.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Hablando de todo un poco, me gustaría
añadir que el ajo, por lo menos en mi opinión, es un
alimento muy saludable, ni me asquea, ni me derrito cuando lo toco,
ni tampoco exploto, no me miréis así que son ideas vuestras, no me invento nada. La
religión... cuando llevas un día muerto y levantas la cabeza por
primera vez, lo que es la concepción de Dios y esas cosas, como que
pierden todo su significado y te lo trae un poco al pairo. Las corrientes de agua pues, además de
estar bien para sacarte un poco la porquería que acumulas, eran un
lugar estupendo para encontrar a algún incauto a primeras horas de
la noche, pero después contaminasteis los ríos y os cargasteis el
invento. Si, tengo sombra, sí, también me reflejo en los espejos, aunque preferiría no hacerlo, la verdad.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Lo más seguro es que a estas alturas os preguntéis por qué volvemos a la vida o quién fue el primero. A la
primera pregunta sólo puedo decir que a mí me dieron una estupenda
sepultura, siguiendo todos y cada uno de los ritos funerarios
adecuados; muertes prematuras, considero que lo son todas; no era ni
el séptimo ni el duodécimo de mis hermanos, todos ellos varones;
ninguna marca extraña que me acompañe a día de hoy, ni siquiera
nací en Sábado Santo o con la cabeza envuelta en parte de la
placenta, mucho menos tragarme algo de ella, tampoco creo que me
hayan maldecido por haber sido mala persona. A mí me mordieron y me
desangraron hasta la muerte, concretamente, lo hizo el panadero, al
que había mordido y desangrado su mujer, a la que había mordido y
desangrado un vampiro que estaba de paso buscando una nueva tumba en
la que quedarse. Un desastre, un soberano desastre. A la segunda
pregunta he de decir que no lo sé ni sé si hay alguien que lo sepa,
si lo hubo, creo a pies juntillas que ya no se encuentra entre
nosotros, lo habréis matado en uno de vuestros raptos genocidas.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
A lo que viene todo esto, lo que llevo intentando decir todo este tiempo es que ser
vampiro, de verdad, es una pesadilla, un aburrimiento, una maldición
de marca mayor que no le deseo ni a mi peor enemigo. No os esforcéis
tanto en querer alcanzar la vida eterna, por favor, y disfrutad de la
que ya tenéis, por que, en mi experiencia, las alternativas son
bastante, bastante malas.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Por lo demás, con que os olvidéis de
nosotros, basta. Que tengáis buena noche y arropaos bien, me gusta
veros bien empaquetados y listos para destapar y morder, llamadme
exquisito.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Ah!, una cosa más, no sé por qué os
sorprendéis tanto, hace mucho que nosotros sabemos lo que le pasaba
por la cabeza a los de las sotanas. Allá atrás los sacerdotes
hacían cabalgar a muchachos vírgenes sobre caballos vírgenes por
los cementerios en busca de vampiros. Era una excusa muy pobre, igual
que la de tener monaguillos, pero no pretendo juzgar a nadie y además
es otra historia.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-59942055419806015482011-09-18T17:33:00.000-07:002011-09-18T19:17:26.659-07:00Sombra<br />
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
-¿Por qué no te
mueres?- inquirió con cierto cansancio.</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- Vamos, vamos,
muchachote, no te montes un drama a estas alturas- respondió dando
una calada al cigarrillo que el otro había dejado en el cenicero.</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- Estoy harto de ti- le
espetó-. Eres desagradable a los cinco sentidos.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">- Uf, eso ha herido
profundamente mi amor propio, sobre todo viniendo de ti, amigo mío-
sonrió.</span></div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- Se me agota la
paciencia…</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- Escucha, yo tampoco
quiero estar aquí aguantando tu mierda, ¿sabes? Puedes regodearte
en tu mediocridad en compañía de otro, pero por alguna extraña
razón siempre acabas llamándome a mí…</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- ¡Por favor, otra vez
no!- exclamó, echándose las manos a la cabeza, tirándose con
fuerza del pelo.</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- Eres un fracaso: tienes
un trabajo de mierda, una cochiquera por casa, no consigues encontrar
una mujer que corresponda a tu amor como dices merecerte, eres
esencialmente un fracasado y un pésimo ser humano- enunció y dio un
trago al whisky-. Por cierto, la hipocresía te sienta fatal.</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- Y tú eres todo un
ganador, ¿verdad?- enarcó una ceja, esbozando una triste sonrisa.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">-¿Cómo si no iba
a estar dándote esta charla una y otra vez?- sonrió a su vez-. La
hipocresía tampoco me sienta bien.</span></div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- Te estrangularía ahora
mismo…</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- Improbable de todo
grado…- respondió de inmediato, encendiendo un cigarrillo con el
que tenía entre los dedos antes de apagarlo-. En realidad, te
encanta mi compañía. Además, me echarías de menos.</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
-¿Por qué siempre
tienes que venir a machacarme?- le preguntó a punto de llorar-. No
sabes cómo espero el día en el que pueda echarte de menos.</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- No me hagas reír,
siempre estaré aquí cuando me necesites.</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
-¿Qué es lo que quieres
esta vez?- sollozó.</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- Quiero desaparecer de
tu mierda de vida, ¿me oyes?- dijo agarrándole la barbilla para
levantarle la cara-. Ya estoy más que harto de que no sepas
comportarte como un hombre. </div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
-¡Pues vete de una puta vez!- gritó dando un puñetazo en la mesa.</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
-¡Qué más quisiera!- se carcajeó retirando la mano y reclinándose en la silla-. Pero lo que tienes que entender es que, por mucho que me lo digas, no me lo acabo de creer, o lo que es peor, no tienes lo que hay que tener para convencerte a ti mismo. </div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- Nadie te pidió que vinieses...</div>
<div lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
- Ya no sabes ni lo que dices- murmuró, negando con la cabeza-. Estás borracho otra vez, dentro de poco no vas a poder tenerte en pie sin una botella bajo el brazo.<br />
- Hijo de puta- gruñía apretando los dientes con lágrimas en los ojos, clava la mirada en algún punto de su pantalón-. No voy a dejar que sigas haciéndome esto, ¿¡me oyes!?<br />
- Patético- se echó a reír de nuevo, robando el último trago de whisky que quedaba en el vaso-, sinceramente patético...<br />
-¡Ya basta!- sollozó-, por favor, ya basta.<br />
- Ni siquiera suplicando suenas convincente- le escupió con desprecio.<br />
Un destello de odio y rabia cruzaron por los ojos del hombre. Con el cuerpo temblando por la tensión, agarró el vaso vacío y lo lanzó contra la cara sonriente del otro. El vidrio atravesó el humo que desprendían los cigarrillos moribundos del cenicero y sin más se estrelló contra la pared, al otro lado de la cocina. Suspiró, miró a su alrededor y volvió a sentarse. Se había ido. Por esa noche ya había sido suficiente, todo lo que restaba ahora era borrar el recuerdo de su visita y anestesiar la promesa de las siguientes con el licor que aún quedaba en la botella.</div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-12435753443991436512011-09-16T17:27:00.000-07:002012-09-25T16:01:53.727-07:00Ciudadano Ciudadano, eres vil y maligno, por eso tengo que castigarte. Por favor, no grites, no llores, no te defiendas, no te alces en contra de los hombres que pago para garantizar tu seguridad y que lanzo a tu yugular. Ciudadano, lo hago por tu bien, es sólo que tú no eres capaz de verlo, pues eres corrupto. Nos crees en mi, me agredes con tus palabras, te manifiestas contra mis medidas, ofendes a los que aplauden mis palabras y se conforman con que los guíe, sustentando así mi autoridad. ¿Esperas que me quede de brazos cruzados mientras nos haces eso? ¿A nosotros? ¿A mí, a mí que tanto he trabajado por mantenerte en el buen camino? Eres un mal hijo, ciudadano, por eso te lleno el cuerpo de cardenales. <br />
Espero que algún día aprendas de tus errores y te vuelvas sumiso, manso, manejable. Ese día, ya verás, con el tiempo, que todo lo que hago, lo hago por ti, y que siempre, siempre, siempre tengo razón. <br />
<br />
Firmado: El Estado.Unknownnoreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-24423522269604198522011-09-12T17:34:00.000-07:002011-09-12T17:39:07.322-07:00Una vez másUna vez más, cuando más lo necesitaba, el tren me trae a París. Excitado por las promesas que me susurra de nuevo, esta vez no puedo rendirme del todo a sus encantos. Derrotado, exhausto, enfermo y ahora a punto de nacer, no puedo evitar compararla contigo.<br />
<br />
En la noche de boulevares infinitos en los que se esconden las palabras ya escritas por poetas muertos, dejo de prestarles atención y encuentro tus ojos, mirándome con la misma intensidad que imaginé en ellos un día.<br />
<br />
Recorro en soledad las duras vigas de hierro que componen la obra de Eiffel y, de repente, el frío del metal se derrite, dejando paso a la suavidad y el candor que recordaré de tu piel. De tu piel de terracota.<br />
<br />
Escapo hacia el Sena, pero aunque buceo con todas mis fuerzas en sus aguas, en lugar de perderte, encuentro en su lento fluir las curvas de tu rostro. Tus labios, que aún anhelo besar, perfilándose en las ondas de la corriente.<br />
<br />
Caigo rendido entonces ante las viejas y nuevas tumbas que adornan Montparnasse. Grito tu nombre a los muertos que las habitan desde hace siglos, algunos inquilinos aún estrenando caja, y ellos me responden, acariciando los árboles con el aliento de la ciudad en la que duermen, que hoy no estás, que puede que nunca llegues a estarlo otra vez, pero que conserve tu imagen, el sonido de tus suspiros y el olor de tus cabellos. Como verás, tienen un gran sentido del humor. Y yo debo tenerlo también. Siempre me gustaron los consejos de aquellos que se fueron.<br />
<br />
Eché de menos lo que no conocía, soñé con tus besos, tus caricias y tus miradas. Y ahora que las conozco, que las he apartado de mí, no puedo hacer otra cosa que darme cuenta de lo estúpido que soy al haberme permitido hacerlo.<br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-89015595054176124982011-09-10T11:02:00.000-07:002011-09-10T11:03:42.943-07:00Despreciable enemigoAún no te conozco y ya te odio.<br />
Cuando estoy despierto siento tu kilométrica mirada recorriendo palmo a palmo los rincones de mi anatomía, eligiendo con cuidado. Cuando duermo, sueño con tus labios hinchados, agrietados y amoratados, cortados a la mitad por una especie de herida carnosa que no sangra, solo se hunde en tu cara de pasillos llenos de puertas, camillas y batas blancas.<br />
Casi puedo imaginar cómo será tenerte cerca. Oler tu aliento, hálito de aromas dulzones, de pus e infección incontrolable.<br />
¡Oh, coño, pero cuánto te odio!<br />
Te alimentarás de mí, jodido bastardo. Ya puedo verte, escondido entre los pliegues de mi cuerpo. Ya puedo sentirte creciendo desde el interior, expandiéndote sin freno. Destruyendo las formas, las ideas y los órganos a tu paso. Reventando la piel, sajando los espacios que dejan los músculos que empujas, hasta asomarte para que palpe tus asquerosas cabezas.<br />
Aquí te espero, cabrón. No puedo ni quiero huir de ti, pero no esperes sumisión, pienso borrarte a golpes esa sonrisa con la que me acechas, combatirte hasta que no me queden fuerzas ni siquiera para maldecirte. El único consuelo que me queda es que, pase lo pase, al final te llevaré conmigo a donde sea que me mandes.<br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-70772872789957942442011-09-04T15:44:00.000-07:002011-09-04T15:44:04.946-07:00La Reunión[Dedicado a esos dos con los que compartía mis horas nocturnas en las cafeterías de Coruña]<br />
<br />
<br />
Caminaba solo, como de costumbre.<br />
Daba grandes zancadas pero sus pasos eran lentos y pesados, más parecía un barco zarandeado por una tormenta en medio del océano que un hombre subiendo una cuesta.<br />
Cuando al fin hizo cima dio un fuerte soplido y se echó las manos a los bolsillos de la gabardina. Se quedó quieto un momento, como si estudiase los alrededores. Soltó un bufido de aprobación y sacó una lata de tabaco y una pipa.<br />
- Muy bien...- musitó mientras su aliento volaba en nubes blancas- Ya estamos aquí- y miró una vez más en torno suyo.<br />
Había llegado a una plaza de suelo empedrado, rodeada por pequeñas casas de uno o dos pisos y coronada por una anciana iglesia reumática. La sombra del campanario parecía más larga de lo que recordaba, devorando metro tras metro de la luz azulada que lo teñía todo. Su glotonería la llevaba a lamer las puertas de los achaparrados enanos que lo miraban desde el otro lado, llevando consigo aquel agujero luminoso a modo de ojo en medio de su imaginaria cabeza.<br />
El hombre carraspeó, juntando y apretujando mecánicamente el tabaco dentro de la cazuela de madera, ignorando el frío omnipresente de la escena. La noche, ya enterrada en las tripas de Noviembre, realmente tiritaba con un viento escarchado que tocaba los cristales y los manchaba de blanco. El hombre carraspeó una vez más, encendió un fósforo, prendió la pipa y se apoyó contra una esquina.<br />
- Ah, sí...- dijo con voz ronca, exhalando el humo caliente. En ese momento casi le pareció una buena idea haber gastado un poco de buen whisky para quemar el interior de la cazuela. Casi.<br />
Mordió la boquilla de la pipa y se llevó en los dedos algunas gotas de rocío que su respiración dejaba en el espeso bigote. Por un momento sintió el dolor del relámpago que lo llevaba acompañando varios años, restallando en la mitad de su espalda, bajando por la cadera y el muslo hasta la rodilla. Hundió los nudillos en la zona con una mueca y abandonó su refugio, llevándose hacia el centro de la plaza.<br />
Las suelas levantaban ecos a su alrededor y se dio cuenta, en aquel sonido estéril, del otoño, casi muerto por el invierno, que lo rodeaba. El peso de sus muchos años, de los muchos kilómetros andados, de las muchas cajetillas de tabaco aplastadas, de las muchas botellas desteñidas hasta hacerlas transparentes, cayeron de repente sobre él. El aire se escapó de sus pulmones como si le hubiesen dado un puñetazo, y le pareció que no iba a ser capaz de hacerlo volver. Se detuvo un momento y se echó la mano al pecho. Intentó tranquilizarse, respirando profundamente, hasta que poco a poco, el frío serenó aquella ansiedad y se sintió aliviado.<br />
- No tienes nada... es sólo tu imaginación, sólo tu imaginación- se repetía una y otra vez en voz baja y luego en su cabeza.<br />
-¿Cómo es posible que aún lleves esa boina?- preguntó una voz masculina, tan liviana y calmada como recordaba.<br />
-¿Es que me reconocerías sin ella?- un hombre enjuto, con una bufanda guardando su garganta y un sombrero cubriendo una calva surcada de manchas de vejez, tapaba la luz que dejaba pasar la boca del campanario. Bajo su gabán se adivinaba una gruesa camisa gris y un chaleco. De su hombro, gastada por el uso, colgaba una bandolera de cuero. Entre los dedos, índice, anular y pulgar manchados de amarillo, humeaba un cigarrillo recién liado<br />
-¿Llevas mucho tiempo esperando?- carraspeó y esbozó una leve sonrisa. <br />
- El justo y necesario- se levantó y lo estrechó entre sus brazos unos largos segundos-. Te veo estupendamente, ¿te tratan bien en los agujeros en los que te metes?<br />
- Si, bien... como siempre- asintió.<br />
- No esperaba que llegaseis tan pronto- se unió otra voz, esta vez femenina, que se aproximaba rápidamente-. ¿No he tardado mucho, verdad?<br />
- Todo lo contrario- dijo el viejo de la pipa, ambos girándose para esperarla. La mujer, con sus labios, rodeados de arrugas y pintados de rojo, y una blancura de nieve en la piel, parecía una fotografía en movimiento. Un jersey de lana de aspecto pesado la protegía del frío, pero sus piernas debían sufrirlo con dureza allí a donde la falda no llegaba pese a las medias. Entre sus dedos reposaba un puro a medio consumir de un inequívoco aroma a café-. Me alegro mucho de veros, se os echaba de menos.<br />
- Lo mismo digo- sonrió el primer anciano, el otro también sonrió y asintió con energía.<br />
-¿A quién le tocaba traer la llave?- preguntó el hombre del cigarrillo.<br />
- Me tocaba a mí- respondió la mujer con una chispa en los ojos mientras rebuscaba en el bolso y extraía una llave de hierro algo oxidada.<br />
- Bueno, pues vamos entonces- sentenció el viejo de la pipa, pasando los brazos por los hombros de los otros dos y se aproximaron a una de las pequeñas casas, justo enfrente a la iglesia.<br />
Entraron sin ceremonias y encendieron la luz. Poco a poco, la casa empezó a tomar vida y un trío de risas, en especial una de ellas, más estruendosa, resonaron en la plaza. El humo se elevó desde la chimenea con calma y un olor a café recién hecho, cerveza y una fina sensación de bourbon inundaron la escena. <br />
Por la mañana, un niño que se había despertado asustado por el ruido y las risas les oyó despedirse. Somnoliento, los miró con curiosidad mientras hablaban, los tres abrazándose con cariño. En torno a aquellas personas, el pequeño creía ver escenas contadas por aquellos ojos, aquellas arrugas, aquellas manos de aspecto frágil, igual que en un libro de colorear. Se quedó dormido un instante y, cuando su cabeza se echaba hacia adelante, abrió los ojos y los extraños ancianos ya se habían ido.<br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-79634287125413566422011-08-25T08:35:00.000-07:002012-04-09T13:48:51.882-07:00En la boca del lobo - Capítulo 1<br />
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">"Así es que aquel siervo [esclavo] que, habiendo
conocido la voluntad de su amo, no obstante, ni puso en orden las cosas, ni se portó
conforme quería su señor, recibirá muchos azotes." Lucas 12:47<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Es una lástima- dijo
el hombre desde el escritorio en el que se sentaba-. En serio, una verdadera
lástima.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¿Me vas a decir ahora
que te doy pena?- respondió el otro, atado a una silla, con voz débil, tan rota
como el resto de su cuerpo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Que te hayas
desmayado ha sido una lástima, ya lo creo que sí- respondió, cogiendo un
cigarrillo y encendiéndolo-. Además de una falta de respeto por tu parte,
Lawrence, no sabes apreciar un buen trabajo artesanal- dio una profunda calada
y se echó las manos a los hombros con una mueca de dolor, haciendo crujir los
huesos-. Tengo la espalda destrozada por culpa de tipos como tú, en serio, la
espalda llena de nudos, mi quiropráctico está forrado, ¿te has parado a pensar
en lo que sufre mis pobres músculos al estar ahí agachado jodiéndote las
rodillas con un picahielos y una lima?<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Tienes razón, Max,
soy un puto cabrón insensible- no abrió los ojos por miedo a ver lo que le
había hecho. En su cabeza creyó que por fortuna ya no quedaba sitio para más
dolor, entonces intentó mover las piernas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Y que lo digas,
Lawrence, y que lo digas- suspiró cansado, observando el montón de herramientas
ensangrentadas que tenía a su lado-. Yo que tú no intentaría moverme mucho, en
serio, creo que hice un trabajo de primera- sonrió complacido-, esta vez van a
tener que hacer algo mejor que coserte para verte otra vez por ahí dando por
culo. No, creo que ahora vas a tener que dejarte la pasta en el puto
protesista.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Eres un hijo de la
grandísima puta- murmuró, recostando la cabeza sobre el respaldo de la silla.
La sangre se arremolinó en su cráneo y una deliciosa sensación de mareo se lo
llevó durante unos segundos hasta que se hizo insoportable, obligándole a
regresar al mundo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -!Ah!, te las buscas
tú solito- dejó el escritorio y caminó hasta el sillón al otro lado, dejándose
caer en él con un sonoro bufido de alivio-. Nunca he entendido tu insistencia,
Lawrence, en serio, eres un buen tipo, pero deberías aprender a dejar las cosas
tal y como están.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¿Por qué no me matáis
de una puta vez?- abrió los ojos, casi cegados por la sangre que caía sobre
ellos, y los clavó en los de su torturador-. Es más barata una bala en la
cabeza que toda esta mierda sado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Verás- comenzó,
reclinándose en el sillón para poner los pies encima del escritorio,
permitiéndose otra calada antes de continuar-, porque no les gustas, Lawrence.
No les gusta tu jeta, no les gusta tu voz y, lo más importante, no les gusta
una mierda que andes metiendo las narices en donde no te llaman. Si algún
descerebrado matón de tres al cuarto te metiese una bala en esa cabezota que
tienes se sentirían profundamente decepcionados, en serio, así que, con la
esperanza de que aprendas, te mandan aquí conmigo a ver si adquieres un poco de
cordura- apagó el cigarrillo y cogió otros dos-. ¿Te apetece uno?<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Por favor...<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Además, está lo de
la chica- encendió los pitillos y puso uno en los labios del prisionero-.
Tampoco les gustó lo de la chica, no les gustó nada de nada. Les cabreó un
huevo. No sé en qué cojones estabas pensando, pero la cagaste a base de bien.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Layla- la ceniza
caía sobre su regazo lentamente, no es que le importase, pero guiado por ella
acabó bajando la mirada y vio lo que quedaba de sus rodillas. La carne roída y
desgarrada por el picahielos y las tenazas, astillado el hueso hasta el tuétano
y luego limado hasta hacerlo desaparecer casi por completo. No había nada
reconocible en aquella amalgama roja y blanca. Max tenía razón, esta vez estaba
jodido de verdad-. Layla...<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Sí, así se llama,
sí- afirmaba con la cabeza mientras regresaba al sillón-. No es mi estilo de
chica, pero no se puede decir que tengas mal gusto con las mujeres, otra cosa
es la suerte que tienes al elegirlas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¿Qué habéis hecho con
ella?- deseó no estar atado, deseó tener una barra de hierro entre las manos y
la fuerza necesaria para abrir la cabeza del hombre que tenía ante él.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Sabes que yo no
trabajo con mujeres- contestó, levantando las manos y cerrando los ojos en un
gesto de indiferencia-. Un umbral del dolor demasiado alto y unas implicaciones
morales demasiado pesadas para mí. ¡Joder, Lawrence, que yo también tengo madre
y esposa!, no puedo torturar a las madres y esposas de otros.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Estás loco-
exhausto, apenas pudo escupir la colilla lo bastante lejos como para que no le
cayese encima-, necesitas ayuda, Max.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Voy al psicólogo
tres veces por semana, Lawrence, en serio- se levantó, paseando los dedos por
la mesa hasta hacerlos chocar contra la cabeza de un martillo-, pero no vale de
nada. Pero eso le hace feliz, tanto como a mi quiropráctico.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¿!Dónde está, que vais
a hacerle, monstruos¡?- aulló de dolor al revolverse en la silla, de pronto se
sintió débil, tanto que hasta le costó volver a tomar aire.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Tranquilízate, te va
a dar un derrame si sigues acumulando tanto estrés- cruzó la sala y salió del
campo de visión de su juguete. Desde donde estaba, el prisionero escuchó un
tintineo y un golpe metálico, seco y duro contra el suelo. Segundos después vio
pasar ante sus ojos una mascarilla y la goma se ciñó alrededor de su cabeza, empezó
a serenarse cuando el oxígeno llegó a través del tubo-. Así está mejor, ¿te
costaba respirar, verdad?, llevas muchas horas en esa posición, es normal que
tengas alguna dificultad- volvió al escritorio y cogió el martillo junto a otro
cigarrillo que inmediatamente incendió-. Y por ella, por ella no te preocupes
demasiado, está más cerca de lo que crees- sonrió.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - No sabe nada, Max,
dejad que se vaya- las lágrimas llenaron sus ojos, limpiando la sangre que los cubría. Desfallecía, el cerebro pareció
hacerse más grande que el hueso que lo contenía y estuvo a punto de vomitar. De
repente, todo se descontroló.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - No, no, no, no- se
apresuró a socorrerlo-. Tienes que relajarte, Lawrence, en serio, si entras en
shock tendré que llevarte a un servicio de urgencias cualquiera y abandonarte
allí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¿Dónde, dónde...?-
pudo preguntar entre las convulsiones.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¿Ves?, a esta clase
de obstinación me refería- dijo mientras abría un botiquín colgado de la pared
tras el escritorio, sacando de él una jeringuilla y un pequeño vial de líquido
trasparente-. Espera un segundo y procura estarte quieto, puede que notes un
ligero pinchazo- sonrió al clavarle la aguja en el hombro, empujando el émbolo
poco a poco. Para el prisionero, aquel líquido parecía fuego entrando en su torrente
sanguíneo y una presión dolorosa le hizo ponerse en tensión-. Ya está, en unos
minutos o te encuentras mejor o nos vamos de excursión. Descansa un poco, en
serio, te hará bien.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - La... Lay...<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Sí, Layla, no hace
falta que me lo repitas, Lawrence, puede que me falle el pulso, pero sigo
teniendo un buen oído- tiró la jeringuilla a la papelera y se apoyó al lado del
espejo que dominaba la estancia, devolviendo oscuridad a las sombras, tétricas
y horribles, que lo consumían todo-. De todas formas, ¿estás seguro de que
quieres verla?, en tu estado no podrás hacer gran cosa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Disfrutas con
esto... ¿verdad... cabrón sádico?- dijo con un hilo de voz.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Todo lo contrario-
aferró el martillo con fuerza y rompió el espejo con un golpe seco. La
superficie se agrietó y con un segundo golpe se desprendieron grandes trozos
que brillaron en la caída hasta estrellarse contra el suelo. Un agujero
apareció en la pared, revelando una habitación al otro lado del espejo. Allí
estaba ella, también atada a una silla, amordazada, con los ojos hinchados por
las lágrimas y la náusea de la tela aprisionando la lengua-. ¡Et voilà!<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -!Layla¡- se intentó
liberar de sus ataduras y un dolor indescriptible lo redujo a la nada. Inmóvil,
sintió cómo el dolor remitía y era poco a poco substituido por un frío
profundo, inmenso. Ella trató de escapar, pero también le fallaban las fuerzas;
como él, llevaba demasiadas horas atrapada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Ha estado ahí todo
el rato- bostezó Max, dejando el martillo y cambiándolo por el picahielos-,
mirando. Seguro que ha sido bastante entretenido y sobre todo instructivo, en
serio, no sabes lo útil que le resultaría a algún matasanos el verme trabajar.
Parece mentira que a alguno le hayan aprobado anatomía- retiró los pedazos de
espejo que aún permanecían pegados al marco y se sentó en él, pasando las
piernas al otro lado para entrar en la habitación contigua. Los prisioneros
intercambiaron miradas de angustia, ignorado por completo los movimientos de su
torturador.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Deja que se vaya...
por favor- suplicó con desesperación, apretando los dientes hasta casi hacer
sangrar las encías.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Me temo que eso no
va a ser posible y lo sabes- contestó el otro, situándose detrás de Layla y
poniéndole la mano en el hombro-. Se ve que ha sufrido mucho la pobre viéndolo
todo, me pregunto si se desmayó como tú, Lawrence- descargó el puño cerrado
alrededor del picahielos en el otro hombro. Ella se giró al sentir el peso del
golpe y se sacudió en la silla al ver la punta de acero, intentando sacarse
ambas cosas de encima-. Fueron muy específicos con lo que debía hacer con ella
una vez acabase contigo, Lawrence, y pese a mis quejas y todo, no me dejaron
opción, en serio. Son los que mandan, no permiten que nadie les lleve la
contraria, por eso estamos todos aquí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Por favor...- dijo,
las lágrimas cayendo por sus mejillas al comprender lo que iba a pasar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Muy claros, en
serio, Layla- le ignoró y hundió los dedos en el hombro de la mujer hasta que
la hizo doblarse de dolor-. Me dijeron, "Max, cuando lo haya visto todo,
ya no necesitará ver nada más"- de repente, enterró el picahielos en el
ojo derecho de la prisionera. El grito, aún enmudecido por la mordaza, recorrió
la habitación como un trueno. Antes de que Lawrence pudiese reaccionar, el
carnicero ya había extraído el picahielos y sajado el ojo izquierdo-. Ya está
hecho- murmuró Max, alejándose de ella con la expresión de quien ha matado a un
perro rabioso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> La espalda de Layla
formaba arcos contra el respaldo de la silla, retorciéndose, doblándose,
saltando y chillando dentro de sus ataduras y su bozal. Sollozaba, impotente,
devorada por el dolor. De las cuencas oculares manaba profusa la sangre,
formando rápidos ríos que se deslizaban por la cara, empapaban el trapo de la
boca y continuaban hacia abajo, hasta caer al suelo. Max la miraba, con el
picahielos goteante aún en la mano, sintiendo la necesidad urgente de otro
cigarrillo. Tal era la violencia de sus espasmos, que la mujer acabó
derrumbando la silla y cayó, moviéndose en el piso como un pez ahogándose. El
sonido de la madera chocando contra el suelo liberó a Lawrence del horror,
permitiéndole gritar a pleno pulmón hasta que una tos, seca, dura, se lo
impidió.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¡¡Te mataré, te juro
que te mataré hijo de puta!!- aulló el hombre, tosiendo y llorando, casi
ahogándose.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Esto tampoco ha sido
plato de buen gusto para mí, Lawrence, en serio- dio un respingo y soltó el
picahielos como si de repente le quemase en la mano-. En serio, no tenía más
opción que hacerlo- dio otro respingo y salió de la pequeña habitación del mismo
modo en el que había entrado. Se quedó de pie delante del escritorio y cogió el
tan deseado cigarrillo. Layla seguía gritando dentro de la mordaza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¡Hijos de puta,
malnacidos, os mataré, os mataré!- fuera de sí, ya casi no sentía todo lo que
le había hecho.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Por favor, Lawrence,
ya hemos acabado, no me pongas esto más difícil de lo que ya es- dijo, abriendo
el botiquín y extrayendo una nueva jeringuilla llena de un fluido amarillento-.
Con esto te sentirás mejor- le dio unos golpes con el dedo mientras empujaba
ligeramente el émbolo para extraer el aire del interior y le inyectó-. Mucho
mejor, te lo aseguro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Te buscaré, Max, y
los buscaré a ellos- gruñó, sintiendo como las pocas energías que le quedaban
se escapaban rápidamente sin que pudiese hacer nada. Los músculos se relajaron
casi por completo, apenas podía mantener los ojos abiertos-. Te juro... te
juro...<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Lo sé, Lawrence, lo
sé, en serio- se limitó a responder el torturador, acariciándole la cabeza-.
Puede que acabes encontrándome, pero a ellos, a ellos no creo que los
encuentres nunca y aunque lo hagas, no podrás tocarles ni un pelo. Todo ha sido
inútil, Lawrence, todo lo que has sufrido, lo que ha sufrido esa pobre mujer,
todo inútil.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> Max asió una navaja
del escritorio y cortó las cuerdas que sostenían al prisionero. Éste cayó a
plomo en el suelo, arrancándose la máscara de oxígeno de la cara en el proceso.
Se agachó a recogerlo y lo levantó con visible esfuerzo hasta sentarlo de
nuevo. Ya se alejaba cuando notó los brazos del hombre cerrándose alrededor de
su cintura, y un dolor punzante en la base del cuello le hizo gritar cuando le
hundió los dientes en la carne. Quiso desembarazarse de él, pero no podía
luchar contra el peso que lo arrastraba hacia abajo y con el fuego que le
nublaba la vista. Finalmente, Max, que forcejeaba con una bestia que ya no le
iba a dejar escapar, perdió pie al pisar la máscara de plástico y resbaló.
Ambos cayeron, golpeando el escritorio que volcó, arrojando todo lo que en él
reposaba.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¡Quítate de encima,
cabrón!- ladró Max mientras le daba puñetazos al animal en la sien. Su cuerpo
se estremeció por completo cuando Lawrence cerró con más fuerza y tiró hacia
fuera, arrancándole un pedazo de carne. Alzándose sobre él, el prisionero
hundió el índice y el pulgar de una mano en los ojos del otro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¡Que te jodan!-
gritando, el torturador le echó las manos al brazo y a la cara, tratando de
alejarlo. Mientras luchaban, la mano libre de Lawrence topó con algo frío y
duro, lo cogió sin ni siquiera mirarlo y golpeó con ello la boca de su enemigo.
El martillo destrozó varias piezas dentales en la bajada y Max volvió a sentir
lo que era el dolor. Una y otra vez, el martillo se estrelló contra la cara del
monstruo hasta que dejó de moverse. Sudando, jadeante por el esfuerzo, Lawrence
se echó a un lado. Se dejó caer justo al lado de Max y le miró. Su cara era un
reguero de cardenales que lo guiaban hacia la línea sanguinolenta en la que
había convertido las encías-. Ahora también vas a tener que dejarte la puta
pasta en un dentista, cabrón.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¡Lawrence!- exclamó
de repente la voz de Layla-. ¡Lawrence, por el amor de Dios, Lawrence!<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Layla, cariño, estoy
aquí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¡Oh, Dios, Lawrence,
me ha dejado ciega, me ha dejado ciega!- sollozó, aterrada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Lo sé, mi amor, lo
sé- dijo, intentando incorporarse. No sentía las piernas y, viendo el estado de
sus rodillas, prefería que así fuese-. No te preocupes, voy a soltarte.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Lawrence- la voz le
temblaba por el intenso dolor, el miedo y la congoja-, ¿qué nos ha hecho?<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - Lo superaremos, cielo,
ahora voy- se arrastró, cargando con el peso muerto de las piernas. Resoplando,
usó el escritorio para trepar y se encaramó al marco vacío que había dejado el
espejo. Alzó los ojos y vio una puerta en la que no había reparado antes, ahora
abierta, a un lado de la habitación. Miró hacia Layla y se encontró con los
ojos de dos hombres que la flanqueaban-. Oh, no... mierda, no.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¿Qué pasa, Lawrence,
qué pasa?<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> - No pasa nada, cielo,
no pasa na...- no pudo terminar la frase cuando la culata de un revólver le
impactó en la cara, casi rompiéndole la nariz y dejándole sin sentido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> -¡Lawrence,
Lawrence!- gritó Layla cuando escuchó el sonido del choque y el cuerpo del
hombre regresando al piso. Chilló pero pronto le ataron de nuevo la mordaza. En
ese momento supo que nunca saldrían de allí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="PreformattedText" style="line-height: 150%;">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> <o:p></o:p></span></div>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-44400446034170239092011-08-11T20:38:00.000-07:002013-04-16T09:11:13.980-07:00TahúrMe gano la vida sangrando a los desgraciados que se sientan a una mesa de juego y se olvidan de todo lo que saben, de lo que son y de lo que les rodea. A los que reducen el mundo a las cartas que les ponen delante, acuciados por una voluntad irrefrenable de jugar, suceda lo que suceda.<br />
Para este trabajo no hay nada como la baraja francesa. Es mi talismán, mi fetiche, pero lo cierto es que sus formas y colores resultan, de alguna forma, hipnóticos, como si los naipes tuviesen en efecto la capacidad de pegarte a la silla y hacerte seguir adelante, siempre adelante sin importar lo que pierdas o lo que ganes. Picas, corazones, tréboles y diamantes. Le rouge et le noir en una combinación exquisita que muchos conocen, algunos aprecian y muy pocos realmente comprenden.<br />
Lo bueno del oficio es que, una vez aprendes a buscar, nunca te faltan lugares u ocasiones en las que barajar. Sólo tienes que poner atención, es en donde más suena el deslizar de las cartas que habitan la desesperación y la avaricia que persigues. Lo malo es que por muy hábil que seas, por mucha suerte que creas tener, siempre encontrarás a alguien con más habilidad, mejor suerte y perderás. El secreto es no dejarte llevar, no convertirte en lo que comes. <br />
Pero no es fácil. <br />
Hay partidas que no se pueden ganar y eso es algo que tuve que aprender a golpes. Todo empezó cuando entró en escena, con esos ojos como agujeros negros que engullían la habitación. Tenía que haberme levantado, salido de allí y, una vez me hubiese perdido de vista, corrido como alma que lleva el Diablo. No recuerdo que perdiese una sola mano aquella noche, pero sé que me dejó sin blanca. Bebimos a su cuenta, como no podía ser de otra forma, hasta que nos retiramos a su casa, tropezándonos con la gente que se acababa de levantar. De aquella primera mesa le acompañé a muchas otras, sintiéndome, poco a poco, como un premio más que había ganado o, peor aún, como una pequeña mascota que llevaba consigo para entretenerse. <br />
Un día, mientras dormía, me escapé de su abrazo y salí de nuevo. No me costó encontrar el olor del tabaco y el sudor que acompaña a los movimientos de las cartas. Volví a sentir lo que era ser la mano que guía el juego, a ser libre de su presencia y ganar. Regresé triunfante antes de que se despertase y me deslicé a su lado sin que se diese cuenta o eso creí. <br />
Al principio no lo noté, pero las cosas empeoraron cada vez más y deprisa. Las discusiones eran más frecuentes y violentas, nos arrastrábamos mutuamente a la compañía de otros sólo para no escucharnos, hasta que finalmente empezó a perder y yo no dejé de hacerlo. Por mi parte, sin querer ver lo que pasaba, seguí escabulléndome cuando él ya no podía más y se derrumbaba como sin vida sobre la cama, disfrutando al máximo de aquellas horas en las que recuperaba mis ánimos, mi antiguo ser. <br />
Volvía de una de mis galopadas y ya cerraba la puerta cuando sentí aquella mirada suya taladrándome la nuca desde el pasillo. No me atreví a girarme. El corazón me dio un vuelco cuando me agarró del brazo y me arrojó fuera, arrancándome las llaves sin ni siquiera detenerse un segundo a mirarme, dejándome allí, inmóvil, entre la sorpresa y el terror. Lo sabía, y lo más terrible era que siempre lo había sabido, no había podido engañarle. Una náusea me sacudió y la bilis subió por la garganta. Me tiré contra la puerta golpeando la madera con todas mis fuerzas, llorando, suplicándole que me dejase entrar, que me perdonase, que le amaba y muchas otras cosas que ya no quiero recordar. Pasé toda la noche esperando al lado de aquella puerta, pero no la abrió nunca más. Prefiero no saber cuántas veces le llamé en los días que siguieron por que en ningún momento contestó.<br />
Después de aquello, tardé bastante tiempo en ponerme de nuevo tras el rastro de una presa. Cada vez que escuchaba el sonido de los naipes reptando de una mano a otra me echaba a llorar, pues parecía que lo único que sabía hacer ahora era humillarme a sus pies y que todo lo demás se había quedado en el camino. Sin embargo, a penas consciente de ello, me senté en una mesa, repartieron y gané. Con el tiempo, todo volvió a la normalidad aunque, con más frecuencia de la que hoy puedo admitir, los recuerdos me hacían beber más de la cuenta.<br />
Volví a verle, por supuesto, en uno de los antros que frecuentábamos. La verdad es que observándole, tan confiado y sereno, parecía que no había nada ni nadie capaz de derrotarlo. Me uní a la partida. No nos saludamos. Perdí la primera mano, después una segunda y una tercera. Apostaba sin pensar, no miraba las cartas, sólo apostaba. Empezó a sonreír y yo aparté los ojos de él por primera vez. Fui yo quien acabó llevándose todo cuanto se había puesto en juego. La partida acabó, y mientras los demás se lamentaban de su mala estrella, él intentó hablar conmigo, pero no quise escucharle. <br />
De la Tour lo sabía, las cartas más importantes son los ases y su tahúr usó el de diamantes para ganar. La baraja francesa es la mejor para este trabajo, está hecha para depositar en ella tu vida entera y jugarla a una única mano, pero no puedes pretender ganar cuando de la tuya un tahúr cualquiera ha robado el as de corazones. <br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-61461059910979509902011-07-29T20:12:00.000-07:002011-07-29T20:17:37.986-07:00!Sonríe, estás muerto! - Bienvenidos[NOTA: brevísimo prólogo de un proyecto que hace tiempo que me ronda la sesera y que tengo pensado retomar cuando ese par de relatillos demoníacos estén listos. Espero que os guste.] <br />
<br />
<br />
<br />
En la oscuridad del teatro las sombras más tenebrosas que son el telón se retiran lentamente. El público guarda silencio.<br />
La impenetrable noche se aclara y un único haz de luz ilumina el entarimado bajando desde el infinito que se eleva sobre él. En el centro del círculo luminoso se puede ver un pedestal de inspiración griega sobre el que descansa, en un cojín del más rojo terciopelo, un pelado cráneo tan blanco como el alabastro que lo sostiene. <br />
Todo sigue en silencio.<br />
Los murmullos del respetable vuelven sobre la quietud del escenario. <br />
De repente, la inmóvil calavera comienza a agitarse y a hablar:<br />
<br />
CALAVERA. -!Buenas noches, muy buenas noches, damas y caballeros, bienvenidos una noche más a nuestra función! Estamos encantados de tenerles a todos aquí de nuevo y esperamos que al terminar ustedes también estén encantados de haber venido. Mi nombre es Francisco Gómez y hoy seré su presentador. Un honor que se me ha concedido ya que conozco como pocos al protagonista de la historia que se representará a continuación. (Haciendo una pequeña pausa.) ¡No, no, amigos, no!, por fortuna para todos nosotros no vamos a hablar de mí, mi vida fue tan aburrida que se puede decir que ya estaba muerto cuando aún había carne en estas mejillas. (El auditorio al completo estalla en carcajadas.) No, damas y caballeros, la historia de hoy es la de Daniel Tejado, erudito, aventurero, gentilhombre y gran amigo mío al que tuve la fortuna de aventajar, al menos, en el camino a la sepultura. (Risas de nuevo.) Ahora en serio, conocí a Daniel cuando ambos éramos jovencitos universitarios atolondrados en la universidad de cierta ciudad sin mar, cursando la maravillosamente gratificante carrera de Historia. Aún a día de hoy, nadie sabe cómo dos personas tan distintas pudieron hacer tan buenas migas. Yo era un chiquillo más bien callado y reservado, mientras que Daniel gozaba de una picardía y vitalidad que a mi me faltaba. Fuimos uña y carne, las dos caras de la misma moneda, se lo aseguro. Pero como suele ocurrir con estas cosas, cuando se terminaron los años de estudio, nuestros caminos se separaron.<br />
>> Yo conseguí con todo mi empeño encerrarme en la misma universidad en la que había estudiado, enseñando las mismas cosas que me habían enseñado, y Daniel decidió recorrer el mundo para ver de primera mano las consecuencias de lo que había aprendido. Soñador incorregible, jamás se ató a nada ni nadie, libre para vagar a sus anchas por el Globo. Pese a todo, nunca se olvidó de mí y continuamente me llegaban postales, cartas y paquetes con sellos de países cercanos y lejanos, además de alguna llamada ocasional. La verdad es que nunca podré agradecer lo suficiente el gran detalle que tuvo de abandonar su, por entonces, morada en el Quinto Infierno en el que se encontraba sólo para venir a ver mi cadáver frío metido dentro de una caja de pino. El hecho de ver mis desgraciados restos después del accidente de tráfico que me catapultó aquí le hizo pensar en su propio fin, así que decidió que ya era hora de empezar a vivir de una forma más tradicional, lamento no tener dedos para usar comillas, y ser un hombre digno de ser tratado como tal. Se afincó en su ciudad natal, buscó un estupendo trabajo que le llenaba, se casó y tuvo una ruidosa prole de tres hijos. Éste, precisamente, fue el principio del fin de este pobre hombre, ¡pero no adelantemos demasiados acontecimientos!, ¿no es así? Baste decir, señoras y señores, que Daniel Tejado era un buen hombre al que la muerte no hizo libre. <br />
>> Sin más preámbulos, este teatro tiene el orgullo de presentar una pequeña y humilde obra a la que el propio Daniel ha bautizado como "¡Sonríe, estás muerto!".<br />
<br />
El público aplaude y silba. La luz se apaga y las sombras del telón se cierran.Unknownnoreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-39576655153797090852011-07-27T11:24:00.000-07:002011-07-27T21:51:59.022-07:00IIITú, que clamas a dioses que desaparecieron hace tanto bajo el polvo levantado por nuevas deidades, ¿por qué has dejado de bailar conmigo?<br />
Tú, que tanto insistes en buscarme, deberías entender mejor que nadie el drama escondido tras los cercos ya secos que dejó la espuma y los ceniceros no llenos. Pero te alejas de la pista, cuando aún tienes la espalda destrozada y los pies en carne viva, sin esperar siquiera a que suene alguna pieza que podamos compartir.<br />
Tú, encerrado en el círculo de vergüenza que dejan tus pasos, permites que pase ignorado ante ti como si fuese el simple caminar del arrollo o el llanto de la brisa pese a que sabes, pues de seguro lo sabes, que negarte a mí es despreciar el único conocimiento que una vida avariciosa fue capaz de concederte sin pedir nada a cambio.<br />
A ti, tan esquivo y tan anhelante, me he acercado usando mis mejores disfraces. En cientos de Lunas he cogido tus manos y a tirones obligado a dar los pasos de mi danza, malgastando mis antifaces de rosa, clavel, azalea y lila para encontrarte un ocaso más malogrando el blanco entre cinco pilares de esterilidad y globularia.<br />
Tú, que no tienes remedio, me persigues y eres incapaz de verme delante de tus narices, me rehuyes y me encuentras en donde no hay otra cosa que tu deseo. Si sólo dejases de correr de un lado a otro con esos ojos enturbiados en gotas amarillas, con el cerebro ardiendo siempre con preguntas a las que difícilmente se les pueden dar las respuestas que quieres. Acuéstate, descansa y duerme, recobra fuerzas, deja que mis manos se hundan en tus caderas y que sean las horas, no tus impertinencias, las que te dejen solo. <br />
Pero claro, puede que pese a todo, siga pidiéndote demasiado. Al fin y al cabo, no eres otra cosa que tú.Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-8417833963674304482011-07-24T08:53:00.000-07:002011-08-08T17:26:49.653-07:00FabiánPese a que recogieron gran parte de sus frases, los cronistas de la época cometieron un terrible fallo que les llevó a dejar mutilado este momento:<br />
-!Van a saber esa putas "rojas" lo que son hombres de verdad, no castrados como tienen, y por mucho que griten y pataleen no van a dejar de conocernos!<br />
Éstas, y no otras, fueron las palabras del teniente general Queipo de Llano durante los primeros lances de la toma de Sevilla. Aunque no era Quevedo, el militar había conseguido camuflar, tras una máscara de dura y directa prosa, una realidad completamente desconocida para un desgraciado soldado raso que alcanzó a oír sus palabras. <br />
Fabián Rodríguez Peñas, "el Cojo" para sus paisanos y resto de Regulares, contaba con 24 años bien cumplidos pero no conocía otro coño que el de su santa madre, por lo que las palabras de Queipo calaron especialmente en su cacúmen aún a costa del casco. Aquellos patrióticos exabruptos transportaron al soldado a un paisaje de eras cubiertas de mies ya trillada, con el olor inconfundible de uvas recién pisadas y el canto de agua fresca. Allí imaginóse rodeado por diosas del sexo de pechos firmes, pieles nacionales o exóticas y entrepiernas anhelantes de su atención. Una sana y justificada erección convirtió sus pantalones en una cárcel de tela.Para su desgracia, ese pequeño gusano que habita en la profundidad de la memoria se sacudió para sacarlo de su paraíso soñado. El telón cayó y se vio en los brazos de María Isabel, la hija de Agustín, dueño de la taberna del pueblo, metiéndose mano mutuamente tras la barra que hacía unos minutos aún gobernaba el viejo. Sus mejillas se pusieron rojas recordando que, ella con la falda remangada, y él con las manos en el cinturón, no pudo hacer otra cosa que mirarla con ojos vidriosos mientras descargaba en sus calzoncillos. Que jaleo se montó entonces. María gritándole a pleno pulmón, Agustín bajando por las escaleras con la escopeta en las manos, y el trueno del arma cuando los perdigones dieron en la pierna derecha del Fabián que huía intentando no perder el equilibrio con los pantalones a medio bajar. Fue la propia María la que se encargó de que su mote y la fama que espantó a toda compañía femenina se extendiesen por todo el pueblo. Aunque a ella tampoco le fue muy bien, metida a monja por orden paterna después de un fin de semana en la casa de don Pedro, el abad, y del hermano que su madre, Carmen la de los Arriba, le dio con 57 años nueve meses después de aquello.<br />
Un codazo lo devolvió a la realidad. Queipo de Llano continuaba exhortando a las tropas con peroratas que pasarían a la posteridad aunque solo fuese gracias a sus memorias. Por fin dieron la orden de avanzar hacia Triana. Fabián estaba más que motivado, hasta tal punto sabía el teniente general con qué animar a sus tropas, pero notaba un ligero picor en la parte alta de la nuca que casi siempre venía a significar que su sesera intentaba decirle que se olvidaba de algo. <br />
Con un clic que más parecía el sonido del cerrojo de un fusil deslizándose, le vino a los ojos la cara de su hermano Diego,o al menos la que recordaba. Seis años mayor que él, había abandonado la casa familiar y el pueblo otra media docena de años atrás. Diego huía de la severidad de un padre con un yugo asaeteado en la solapa y de la incomprensión de una madre perdida en los misterios del Señor. Fabián había sido el único lector de la primera y última carta que su hermano mandó en todos sus años de exilio. Pese a que no comprendía o compartía las ideas que Diego expresaba, Fabián decía para sus adentros que lo respetaba, pero no lo suficiente como para confesar ante sus progenitores que había leído la carta y mucho menos como para responderla. Entonces se dio cuenta de lo que sus entrañas le susurraban, era gracias a aquella carta que Fabián sabía en donde buscar a su hermano, en una ciudad que pisaba desde hacía días. Se pregunto si su hermano viviría aún en Sevilla, si lo vería, si formaría parte de las columnas milicianas de Triana o de la Macarena, si seguiría afiliado al POUM del que tanto hablaba en su carta, si se habría casado, si tendría sobrinos, si seguiría vivo o ya habría muerto aquel julio del 36. Se sintió cansado, el fusil le pesaba en las manos tanto como el casco en la cabeza, caminaba sobre calles que se convirtieron en pantanos y con el corazón golpeándole hasta las yemas de los dedos se desvaneció.<br />
Volvió en si en un camastro a salvo del Sol por una lona. La actividad bullía a su alrededor. Todos celebraban la derrota de los milicianos y la toma final de la ciudad. Fabián se escabulló sin ser visto a un callejón alejado del bullicio. Cerró los ojos y regresó a aquella primera visión del día, compartiendo su virilidad con cuantas mujeres pasaban desnudas ante él, abrió la boca e introdujo el cañón de una Astra robada entre los dientes. Acariciaba unos nuevos labios rojos de pasión por él cuando la pistola se corrió en su garganta.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-1080789860546420422011-07-09T18:32:00.000-07:002011-08-08T17:26:32.957-07:00En un mundo muy distinto al nuestroEs un mundo muy distinto al nuestro, es un mundo en el que los políticos han perdido el poder para actuar sin consultar primero con el capital privado; es un mundo en el que las grandes industrias se aprovechan del miedo de las personas, llegando a manipular gobiernos e instituciones con tal de alimentar tal sentimiento, para vender sus productos; es un mundo en el que la Justicia ha recuperado la vista y desarrollado un increíble apetito por los talonarios abultados; es un mundo en el que se libran guerras por oro negro que lo tiñe todo de rojo; es un mundo en el que el hundimiento financiero de los especuladores que juegan con el valor de todo bien conocido arrastra al resto de la sociedad, sólo para ver cómo los primeros salen aún más ricos y el resto aún más pobres. <br />
Como decía, es un mundo muy, muy distinto al nuestro, pero pese a sus peculiaridades en él aún existen mentes preclaras que, en el momento adecuado, supieron ver un problema real, un gravísimo asunto que les afectaba a todos por igual y por el que era justo y necesario ponerse en pie, salir a la calle y protestar: los fumadores.<br />
Los fumadores, desconocidos en nuestro mundo hasta hace bien poco, son extrañas personas que, desatendiendo los consejos sanitarios para una vida larga y plena, abrazan a un dios engalanado de blanco y ámbar (aunque también se presenta en gasas blancas) al que curiosamente bautizaron con el nombre de tabaco.<br />
Siglos atrás, los fumadores, como suele ocurrir en este mundo tan diferente al nuestro, eran un colectivo muy pequeño cuya vomitiva doctrina estaba reservada únicamente a unos pocos. Pero poco a poco, sus malsanas costumbres fueron atrapando a más y más seguidores. Desde los salones de la realeza y la burguesía, el tabaco echó raíces que crecieron hasta alcanzar a todas las clases sociales. Y así prosiguió con el envenenamiento progresivo de la sociedad, adaptándose y evolucionando con los cambios que en ella se producían. Los fumadores conservaron así su forma de vida, implantando el tabaco como símbolo de distinción o aristocracia, y cuando éstos dejaron de serles útiles, tomaron otros tan variados como la virilidad o la inteligencia.<br />
Todo esto formaba parte de un laborioso plan trazado por los primeros fumadores y que las empresas tabacaleras se encargaron de ejecutar. Los Estados estaban satisfechos con los impuestos recaudados con la venta de la ponzoña, las tabacaleras no dejaban de obtener beneficios y los fumadores de todo el mundo quemaban entre sus labios cigarrillos de alguna de las muchas marcas que se ofertaban.<br />
El engaño resistió mucho mejor el paso del tiempo que algunos imperios. Sin embargo, esta pantomima únicamente se apoyaba en el desconocimiento, o más bien en la sibilina ignorancia, de los efectos nocivos que tenían los productos químicos con los que se adulteraban las hojas de tabaco sobre la salud. Finalmente, a modo de partisanos, se elevaron las voces de médicos, estudiosos y no fumadores que cuestionaban las costumbres impuestas por los adeptos y las mentiras que llevaban escupiendo desde su aparición.<br />
Poco o nada pudieron hacer los fumadores para contener esta ola de verdad que barría sus posiciones. Los médicos prohibieron fumar a los enfermos, las autoridades sanitarias descubrían cada vez más patologías relacionadas con el consumo de tabaco y, quizá lo más importante, los Estados empezaron a pensar que lo recaudado con el gravamen no era suficiente. El cerco siguió cerrándose.<br />
Un tiempo después, las tornas cambiaron. Los fumadores fueron acosados de la misma forma en la que ellos abusaron de los no fumadores. Las tabacaleras empezaron a verse amenazadas por el creciente número de denuncias de fumadores reformados. Los gobiernos promulgaron leyes que prohibían fumar en estancias oficiales y más tarde en cualquier espacio público. Los no fumadores conformaron comunidades de las que los fumadores estaban completamente excluidos y algunas empresas, en sabia iniciativa, dejaron de contratar a fumadores.<br />
Por su parte, demonizadas sus costumbres, empujados al ostracismo en las calles, los fumadores a penas pudieron reaccionar cuando en las cajetillas, paquetes y tambores de tabaco empezaron a verse los primeros mensajes amenazantes y las fotos de las supuestas víctimas del veneno. <br />
Este mundo, tan distinto al nuestro, sin duda ha dado un paso de gigante hacia la felicidad, pero aún les queda lo más difícil: prohibir por completo el tabaco. Algo que ni siquiera nosotros nos atrevemos a hacer.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-41518915613641841562011-06-23T06:02:00.000-07:002011-08-11T20:41:45.559-07:00El IlusionistaHace ya mucho tiempo que los juegos de manos dejaron de tener misterios para mí. Barajo los naipes y dejo que sea el público el que haga el trabajo. Convierto una simple moneda en motivo de pasmo cuando pasa por el cuello de una botella, arranco ovaciones cuando un conejo sale volando con las alas de una paloma, controlo los caprichos de la luz que rebota en los espejos que coloco o aprovecho el eco de las danzantes sombras. <br />
Paseo el arte de la prestidigitación por las calles, la llevo a los teatros y la elevo ante miles de ojos. Todos pendientes de mis manos y sus movimientos, intentando dilucidar la clave que descifre el enigma que les propongo.<br />
Mil y un trucos con los que se entretienen, deleitan y maravillan aquellos que vienen a ver lo que sólo yo quiero que vean. <br />
Por todo esto, ellos me llaman Mago.<br />
Pero hay una disciplina de la magia en la que he puesto siempre toda mi atención y todo mi esfuerzo, a cuyos trucos nunca se ha presentado espectador alguno. Practicada con celo en la intimidad de mi cuarto, en el olvido de los templos inundados de humo y vasos huérfanos o en las avenidas vacías de día.<br />
Escapismo.<br />
Un escapismo en el que no pensaba Murray cuando le dio nombre y que poco tiene que ver con las hazañas de Erik Weisz. Ellos lucharon contra camisas de fuerza, esposas, tanques de agua cerrados con llave o con todo a la vez para un auditorio que prorrumpía en aplausos, yo por mi parte me especialicé en sacudir de mis espaldas las muchas cadenas que la humanidad fabrica contra si misma. <br />
Cómo noté aquellos gruesos y pesados eslabones que se hunden con crueldad en la carne, deformando las figuras obligadas a caminar encorvadas por el peso, surcando los rostros de gargantas de ancianidad y el cabello de vetas nevadas aún cuando el corazón late joven. Sus grilletes forjados en las mentiras de los moralistas asustados de sus propios deseos, en las órdenes de sacerdotes que hablan a través de la boca de sus dioses y en las tradiciones dictadas por seres de recio corazón. Todos los aceptan con resignación y algunos hasta celebran tales atrocidades, a veces, se elevan voces que derriban sus muros y creen que han triunfado cuando vuelven a levantarlos con ladrillos de otro color. Pero es difícil. Muy difícil.<br />
Así, en mi soledad, auténtica o rodeado de extraños, sigo arrancándome capa tras capa de piel, siempre marcada por las llagas ennegrecidas que dejaron las muelas de estas terribles cadenas.<br />
Por todo esto, ellos me llaman Monstruo; otros, Ser Humano.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-91778741766619997292011-04-03T14:25:00.000-07:002011-07-27T11:30:53.198-07:00IICuando te conocí en una playa de cuatro paredes y mesas de madera, supe que cometería una injusticia queriendo como quería retenerte.<br />
Aún así, lo intenté.<br />
A penas podía creer las palabras de tu cabello mientras me hablaba ondulando sobre mi pecho o la música de tus dedos deslizándose entre los míos. Pero acabé por perder el rumbo en los paisajes de tu carne, de tu ser y de tus sueños, olvidándome por completo del pecado que estaba besando.<br />
Tú conseguiste despertarte de la prisión de cristal y calor que había construido para nosotros. Recordaste que no pertenecías nadie y te fuiste rasgando el cielo como una centella de verde salvaje, convertida en viento, renacida en tu verdadera forma.<br />
Sin mácula, pura, desnuda, humana.<br />
Todavía dormido entre tus sábanas, no logré apartar de ti mis manos, hechas de seda contra tu cuerpo, y en la violencia de tu despegue te las llevaste contigo. Lloré impotente tu marcha y con el tiempo crecieron nuevas manos en donde no había quedado nada, pero fueron éstas de granito, nacidas de mi empeño de romper las cadenas de recuerdos, de noches compartidas y deseos que ahora sólo eran fantasmas. <br />
Quise seguir el vuelo imposible que dictaban tus pies, pero pronto te perdí de vista en nubes de productos químicos y montañas traslúcidas de etiqueta blanca y negra.<br />
Sin embargo, aún conservo los restos de aquellas horas perdidas mirándote, esperando extraer de ellas la fuerza para dejarme ir.<br />
Deséame suerte como yo hago contigo y sigue tu camino sin abandonar nunca la sombra del Sol.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-89485305975786508052011-03-31T15:03:00.000-07:002011-07-27T11:37:17.628-07:00A la que nunca se dio nombreDescargas con desprecio las horas vacías que nacen de tu vientre. Esos perros de caza que ladran detrás de uno con baba de espuma de nicotina goteando de sus fauces, que ladran, gruñen y muerden sin ninguna compasión. En ese sentido, se parecen a su madre.<br />
Es entonces cuando te ríes de nosotros en toda tu asquerosa Gloria.<br />
Ciega, sorda y muda por propia elección. Eres incapaz de sentir nada que no sea el dolor con el que continuamente pares. Quieres robarnos la lengua, arañarnos los ojos, rompernos los tímpanos y destrozarnos las manos. Codiciosa matrona que amamos, debemos dar gracias de que tu inmortalidad te haya hecho paciente.<br />
Y aún te esfuerzas en ignorar, amada nuestra, que es en los días de tu asesina presencia, en el veneno de color dorado y sabor a madera que expectoran tus hijos, que se traman tus abortos. Sólo en ti, la más humana de las Musas a la que nunca se dio nombre, es posible comprender y admirar las maravillas del arte. La armonía de las partituras, los trazos del pincel, los folios manchados y las piedras esculpidas, todo ello nace de la sangre de tu útero estéril e inconcebiblemente fecundo.<br />
Quiero darte las gracias, en nombre de todos nosotros, por existir. Siempre tan bella, tan hermosa que acabamos volviendo a ti con la esperanza de que tu huidiza sonrisa nos llene y te mate.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-84833748431487711352011-02-14T17:41:00.000-08:002011-07-27T11:34:19.833-07:00CrecíNací viendo cómo las raíces de los árboles se hundían lentamente en el suelo. Durante años fui feliz, escuchando el monótono pero bello canto de la tierra dejando paso a la vida. Pero llegó el día en el que aquel espectáculo empezó a aburrirme y, al final, a asquearme.<br />
Siguiendo la corteza de los colosos acabé por volver la cabeza hacia el cielo. Arriba, muy arriba. En donde se agitaba el verde contra el azul. Entonces me divertí jugando con el Sol a ver quién parpadeaba primero o disfrutando de las delicias del viento. Aunque con el tiempo, el Sol se fue apagando poco a poco sin perder su luz y el viento sopló frío hasta hacerse insoportable.<br />
Bajé de las copas y me descubrí en los prados, buscando el consuelo de la hierba fresca. En aquel lugar, alguien había olvidado una pequeña hoguera casi extinguida. Las llamas menguaban y crecían, aferrándose a su madre de carbón. Cogí el tizón y me enamoré de las formas brillantes y cálidas que se consumían sin remedio. Corrí de nuevo al bosque y posé a las criaturas en la hojarasca del suelo. Crepitando con chasquidos que nunca había oído cantaba el fuego mientras caminaba en todas direcciones, cada vez más rápido. Un humo gris salió bramando tras los pasos de la bestia y yo me quedé inmóvil, aterrorizado y maravillado por y de los sonidos, los olores y las luces que de pronto ocultaron el mundo. <br />
Cuando el momento se hizo eterno, escapé de la hermosura de las escenas que me habían rodeado y me di cuenta de que estaba sólo. Los árboles habían desaparecido, la hierba no era más que una masa ennegrecida e incluso el humo se había dispersado en el viento. Lloré hasta quedarme seco y grité hasta quedarme mudo. Supe que jamás volvería a escuchar el arrullo de las raíces, a sentir el abrazo de la brisa o a ver la voluptuosidad del fuego en mi imperio de ceniza.Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-474518955382008386.post-75199146143045960842011-02-13T15:07:00.000-08:002013-04-18T05:51:09.314-07:00Niño malcriadoEres travieso, manipulador, casi cruel y hasta despiadado conmigo.<br />
Describes con detalle los lugares en los que te esconderá de mí solo para que vaya a buscarte. Estúpido como soy, me dejo arrastrar por tus juegos de niño malcriado, esperando ganarte algún día.<br />
Por fortuna, o quién sabe si por desgracia, siempre te encuentro. Enlutado en rojo, mirándome con esos ojos de profundidad cavernaria. Ríes en mil olas y dejas que te abrace, volviéndote a escapar sin dejar que llegue a besarte.<br />
Entonces volvemos a empezar.<br />
Cazador y presa, siempre el uno tras la otra. A veces, en este juego, no puedo evitar preguntarme si, realmente, no serás tú el gato y yo el ratón.Unknownnoreply@blogger.com2